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Authors: China Miéville

Tags: #Fantástico, #Policíaco

La ciudad y la ciudad (45 page)

BOOK: La ciudad y la ciudad
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El cielo estaba nublado y oscuro, llovía ligeramente. Me subí el cuello del abrigo. Estábamos en la ribera oeste del río, junto al entramado del ferrocarril, un corto camino de vías que recorrían los trenes de ambas ciudades, con los horarios acordados a nivel internacional.

—Pero la cuestión es que él nunca hizo una brecha. —No le había expresado antes esta preocupación a Ashil. Se giró para mirarme, se palpó la herida—. Bajo qué autoridad… ¿Cómo puede ser nuestro?

Ashil dirigió la marcha por los alrededores de la excavación de Bol Ye’an. Pude escuchar los trenes de Besźel, al norte de nosotros, en Ul Qoma al sur. No íbamos a entrar, ni tan siquiera a acercarnos a Bol Ye’an por si alguien nos veía, pero Ashil caminaba a través de las distintas fases del caso, aunque sin decirlo.

—Quiero decir —continué—, ya sé que la Brecha no responde ante nadie, pero… tienes que presentar informes. De todos los casos. Al Comité de Supervisión. —Levantó una ceja—. Ya, ya sé que se han desacreditado por lo de Buric, pero ellos afirman que se trata de una acción aislada de uno de sus miembros, no del propio comité. El control y el equilibrio entre las ciudades y la Brecha sigue siendo el mismo, ¿no? Tienen algo de razón, ¿no crees? Así que tendrás que justificar que tengáis a Bowden.

—Bowden no le importa a nadie —dijo al fin—. Ni a Ul Qoma, ni a Besźel, ni a Canadá. Pero sí, presentaremos un informe. Quizá, después de tirar a Mahalia, volvió a Ul Qoma e hizo una brecha.

—No fue él quien la tiró, fue Yorj… —repliqué.

—Quizá fue así como lo hizo —continuó Ashil, como si nada—. Ya veremos. Quizá lo empujemos a Besźel y después lo empujemos de vuelta a Ul Qoma. Si nosotros decimos que hizo una brecha, la hizo. —Me quedé mirándolo.

Mahalia se había marchado. Su cuerpo por fin había volado de regreso a casa. Ashil me lo dijo el día en que sus padres celebraron el funeral.

Sear and Core no se había marchado de Besźel. Podría llamar la atención después de las confusas y furtivas revelaciones del comportamiento de Buric. Había salido el nombre de la compañía y de su división técnica, pero su relación con todo, de forma imprecisa. El contacto de Buric era un lamentable desconocido y se habían cometido errores, se estaban poniendo en marcha las medidas necesarias. Se oían rumores de que iban a vender CorIntech.

Ashil y yo fuimos en tranvía, en metro, en autobús, en taxi, caminamos. Nos enhebró como una sutura dentro y fuera de Besźel y de Ul Qoma.

—¿Y qué pasa con mi brecha? —pregunté al final. Los dos llevábamos días esperando. No pregunté «¿cuándo volveré a casa?». Cogimos el funicular hasta la parte de arriba del parque del cual tomaba el nombre, al menos en Besźel.

—Si hubiera tenido un mapa actualizado de Besźel nunca la habrías encontrado —dijo Ashil—. Orciny. —Sacudió la cabeza.

—¿Has visto algún niño dentro de la Brecha? —preguntó—. ¿Cómo sería eso? Si alguno naciera…

—Tiene que haberlos —le interrumpí, pero él habló por encima de mí.

—… ¿Cómo podrían vivir aquí? —Las nubes que cubrían ambas ciudades eran espectaculares y yo las contemplé a ellas en vez de a Ashil y me imaginé niños abandonados—. ¿Sabes cómo llegué a la Brecha? —preguntó de repente.

—¿Cuándo vuelvo a casa? —dije sin esperanza. A él eso incluso le hizo sonreír.

—Has hecho un trabajo excelente. Ya has visto cómo trabajamos. En ningún lugar se trabaja como en las ciudades —dijo—. No se trata solo de mantenerlas separadas. Se trata de todo el mundo de Besźel y todo el mundo de Ul Qoma. Cada minuto, todos los días. Nosotros somos solo la última zanja: es la gente de las ciudades la que hace la mayor parte del trabajo. Funciona porque nadie parpadea. Por eso desver y desentir es tan importante. Nadie puede reconocer que no funcione. Así que, si no reconoces eso, es que funciona. Pero si cometes una brecha, incluso si no es culpa tuya, durante muy poco tiempo… de eso no se puede volver.

—Accidentes. Accidentes de carretera, incendios, brechas inadvertidas…

—Sí. Por supuesto. Si te das prisa para salir. Si esa es tu respuesta a la Brecha, entones quizá tengas una oportunidad. Pero incluso así estás en problemas. Y si dura algo más que un momento, ya no puedes salir. No volverás a desver. La mayor parte de la gente que comete una brecha, bueno, pronto aprenderás cómo son nuestras sanciones. Pero existe otra posibilidad, muy de vez en cuando.

»¿Qué sabe sobre la Armada británica? —preguntó Ashil—. ¿Hace algunos siglos? —Lo miré—. Me reclutaron como hacen con los demás en la Brecha. Ninguno de nosotros ha nacido aquí. Todos vivimos en uno u otro lugar. Todos nosotros hicimos una brecha en su día.

A aquello le siguieron varios minutos de silencio entre nosotros.

—Me gustaría llamar a algunas personas —dije.

Tenía razón. Me imaginé a mí mismo en Besźel, desviendo la Ul Qoma del terreno entramado. Viviendo en la mitad del espacio. Desviendo a la gente, la arquitectura, los vehículos y todo los lugares en los que había vivido. Podía fingir, quizá, en el mejor de los casos, pero pasaría algo y la Brecha lo sabría.

—Este ha sido un caso importante —dijo—. El más importante que hayamos tenido. Nunca volverás a tener un caso tan importante.

—Soy detective —repliqué—. Jesús. ¿No tengo ninguna elección?

—Claro que sí —respondió—. Estás aquí. Está la Brecha y están los que la cometen, y nosotros somos lo que les sucede. —No me miraba a mí, sino lejos, más allá de las ciudades superpuestas.

—¿No hay voluntarios?

—Presentarse voluntario es una forma clara y temprana de decir que no eres apto —contestó.

Caminábamos hacia mi apartamento, el hombre que me había reclutado a la fuerza y yo.

—¿Puedo despedirme de alguien? Hay gente a la que me…

—No —contestó. Seguíamos caminando.

—Soy detective —volví a decir—. No un… yo qué sé. No me gusta lo que hacéis.

—Eso es lo que queremos. Por eso nos alegra tanto que hicieras esa brecha. Los tiempos están cambiando.

Entonces los métodos no serían tan poco familiares como me temía. Habría otros que actuarían con el sistema tradicional de la Brecha, la palanca de la intimidación, aquella automodelación como un terror nocturno, mientras que yo (haciendo uso de la información trasvasada que hurtamos en internet, las llamadas de teléfono pinchadas en ambas ciudades, las redes de informantes, los poderes que están más allá de la ley, los siglos de temor, sí, también, a veces, los indicios de otros poderes por encima de nosotros, de los que solo somos avatares, de formas desconocidas) me ocupaba de investigar, como había investigado durante años. Nuevos aires. Es necesario ventilar a veces. La situación resultaba un tanto humorística.

—Quiero ver a Sariska. Ya sabes quién es, supongo. Y a Biszaya. Quiero hablar con Corwi, y con Dhatt. Al menos para decirles adiós.

Se quedó callado durante un momento.

—No puedes hablar con ellos. Así es como funcionamos. Si no tenemos eso, no tenemos nada. Pero puedes verlos. Mientras te mantengas fuera de su vista.

Llegamos a un trato. Les escribí cartas a mis antiguas amantes. Escritas a mano y entregadas en mano, aunque no fue la mía. No les dije a Sariska o a Biszaya nada más que las echaría de menos. Y no lo dije solo por ser amable.

Me acerqué a mis colegas y, aunque no hablé con ellos, los dos pudieron verme. Pero Dhatt en Ul Qoma y, más tarde, Corwi en Besźel, supieron que no estaba, o no del todo, o no solo, en su ciudad. No me hablaron. No iban a arriesgarse.

Vi a Dhatt cuando salía de su oficina. Se paró en cuanto me vio. Yo estaba junto a un aparcamiento que había frente a una oficina ulqomana, con la cabeza agachada para que él me reconociera, pero sin ver mi expresión. Levanté la mano hacia él. Dhatt dudó durante largo rato y después extendió los dedos, un saludar sin saludo. Me retiré hacia las sombras. Él se alejó primero.

Corwi estaba en una cafetería. Estaba en el barrio ulqomano de Besźel. Me hizo sonreír. La contemplé mientras se bebía su té ulqomano con nata en el establecimiento que le había enseñado. La contemplé desde las sombras de un callejón durante varios segundos antes de darme cuenta de que estaba mirando justo hacia donde yo estaba, de que sabía que era yo. Fue ella quien me dedicó un adiós levantando la taza, inclinándola a modo de saludo. Moví los labios, aunque no podía verlo, para decirle adiós y gracias.

Tengo mucho que aprender, y no tengo más remedio que hacerlo; eso o la clandestinidad, pues no hay nadie tan perseguido como un renegado de la Brecha. Así que, como no estaba preparado para eso ni para la venganza de mi nueva comunidad de existencias desnudas y exourbanas, elijo entre esas dos no elecciones. Mi misión ahora es otra: no defender la ley, ni siquiera otra ley, sino la membrana que mantiene esa ley en su lugar. Dos leyes en dos lugares, de hecho.

Ese es el final del caso de Orciny y los arqueólogos, el último caso del inspector Tyador Borlú de la Brigada de Crímenes Violentos. El inspector Tyador Borlú ya no está. Cierro como Tye, avatar de la Brecha, tras los pasos de mi mentor durante el periodo de prueba fuera de Besźel y fuera de Ul Qoma. Aquí donde estoy somos filósofos y debatimos entre otras muchas cosas qué sitio es este en el que vivimos. A ese respecto soy liberal. Vivo en el intersticio, sí, pero vivo en la ciudad y la ciudad.

Una conversación con China Miéville

¡Atención, lector! La siguiente entrevista con China Miéville contiene datos relevantes para la trama, por lo que aconsejamos encarecidamente a aquellos que quieran disfrutar por completo de
La ciudad y la ciudad
(y, por supuesto, también de la entrevista) que no sigan leyendo hasta haber terminado la novela.

Círculo de Lectores de Random House Estados Unidos
: Con
La ciudad y la ciudad
, te has alejado en muchos aspectos de un tema y un estilo, pero antes de hablar de eso me gustaría que nos centráramos en un ingrediente clave de este libro, que ha sido una constante en tu obra desde el principio: me refiero, cómo no, a la ciudad y, en concreto, a la ciudad fantástica. ¿Por qué este compromiso con el paisaje urbano, tanto real como imaginario, y cómo ha ido evolucionando ese compromiso con el tiempo, desde el Londres de tu primera novela,
El rey rata
, a Nueva Crobuzón, UnLundun y, por último, las ciudades de Besźel y Ul Qoma?

China Miéville
: Es una respuesta un tanto pobre, pero lo cierto es que no lo sé. Siempre he vivido en ciudades y siempre me han parecido lugares tremendamente emocionantes para vivir, y me gusta además cómo se refractan en el arte. Con esa tradición tan dilatada, importante y genial a mis espaldas, creo que lo verdaderamente sorprendente es que no hubiera seguido ese camino.

En cuanto a la evolución, eso es algo que los demás son los más indicados para juzgar. Pero creo que después de la ostentación incontrolada (y no lo digo como una crítica hacia mí mismo, sé muy bien que no es del agrado de todos los lectores, aunque creo de verdad que la falta de disciplina te puede ayudar a hacer cosas que no son posibles con una más férrea) de
La estación de la calle Perdido
, que era una especie de caótico homenaje a las ciudades en un estilo muy rococó, con
La ciudad y la ciudad
me sentí, casi de repente, más interesado en hacer algo más comedido, incluso en un tipo urbano más melancólico. Por supuesto, es posible que eso cambie en el próximo libro.

CLRH
: El uso del lenguaje en esta novela es bastante más sobrio que el de cualquiera de tus libros anteriores. ¿Cuánto de eso se debe a las exigencias de la historia y, quizá, incluso del género policiaco, que estructura la novela de una forma determinada, y cuánto se debe a la natural evolución de tu estilo?

CM
: Cada libro requiere un tipo de voz determinada: no creo que se deba a una evolución, si por evolución entendemos un cambio ineludible hacia esa dirección. Creo que es sumamente posible que me mueva entre un estilo de prosa más barroco o menos barroco. Pero: 1) hay cosas que solo puedes hacer con una prosa más contenida que es imposible hacer con una prosa más exuberante y viceversa; 2) es un libro narrado en primera persona, y si escribes un monólogo interior con esa extravagancia verbal creas de inmediato un narrador poco creíble, o mediatizado, afectado o algo parecido. No hay nada de malo en ello en un principio, pero no es lo que yo pretendía hacer. Porque, sí: 3) quería ser completamente fiel a los protocolos de un tipo de género policiaco con ciertos tintes de novela negra.

CLRH
:
La ciudad y la ciudad
no es, desde luego, la típica novela fantástica. Es más, se aleja de lo que has escrito anteriormente dentro de ese género. Incluso, aparte de la premisa central, se podría argumentar que ni siquiera es una novela fantástica. Y la premisa (de las dos ciudades, Besźel y Ul Qoma, que comparten el mismo espacio geográfico, pero no legal ni social) puede interpretarse tanto desde el punto de vista del género fantástico o de ciencia ficción como en términos realistas o psicológicos. ¿Te habías planteado escribir una novela que estuviera en sí misma entramada (
crosshatch
, un término que has tomado prestado de las artes gráficas) por lo que al género respecta? ¿La considerarías un ejemplo de género
slipstream
o de ficción intersticial?

CM
: La considero una novela policiaca, por encima de todo. Que sea o no una novela fantástica es algo a lo que no le puedo dar una respuesta clara, pues tiene que ver el tipo de lectura que se haga, lo que la gente saque de ella, etcétera. Por supuesto, tuve muy en cuenta las características de ese género, y también del género fantástico, y en cierto modo he intentado (espero que de forma amable) jugar con las expectativas de los lectores sobre si existe o no una explicación fantástica de la ambientación. Y creo que también con otras cuestiones como el deseo de crear el mundo y de esperar esa totalidad hermética que se da en la fantasía. No espero que resulte obvio, pero es algo que sí tenía en mente. No me importa que haya gente que piense que el libro es
slipstream
o «intersticial» o lo que sea. Yo lo veo dentro de la tradición de lo fantástico, que para mí siempre ha sido un campo muy amplio. Si se trata o no de una novela fantástica en un sentido más estricto es algo a lo que no le doy demasiada importancia. Eso no significa, por supuesto, que abjure del término: sería ingrato y ridículo por mi parte distanciarme de una tradición literaria, de una temática y de una estética que han alimentado mi imaginación desde que tengo uso de razón.

CLRH
: Últimamente pienso mucho en la idea de que la novela negra y el género fantástico provienen de un mismo origen y que, por mucho que se hayan separado sus caminos, ese bagaje común está ahí, a la espera de ser evocado. Y eso es algo que desde luego sucede en
La ciudad y la ciudad
.

CM
: Estoy completamente de acuerdo. Ya dije antes que me interesa esa impostura tan tremendamente creativa y fecunda de la novela criminal realista, ese pretendido realismo de lo que es, en el mejor de los casos, una especie de ficción onírica disfrazada de rompecabezas lógico. Las mejores novelas negras (aunque debería decir las que más me gustan a mí) tienen una lectura onírica. A mi modo de ver, Chandler y Kafka tienen más en común que Chandler y una auténtica novela negra. En este momento hay multitud de libros que exploran más explícitamente ese terreno que comparten la novela fantástica y la policiaca, pero yo creo que tratan de ponerlo al descubierto tanto como de otras cosas.

CLRH
: La geografía funcional de Besźel y de Ul Qoma, como terreno compartido con varios modos de navegación, permitidos y no permitidos, me recordó a los cuadrados blancos y negros de un tablero de ajedrez, cuyo uso está intermediado por un conjunto de reglas en esencia arbitrario, pero aun así impuesto. Sé que te han interesado los juegos y me pregunto si ese interés ha influido en algo al desarrollo de este libro.

CM
: No tanto a un nivel consciente. Conscientemente, la metáfora que lo organiza a nivel cartográfico fue, como has dicho, un trabajo de bolígrafo y tinta, un sombreado de líneas y rayas. Si dibujas una línea de determinada forma obtienes otra sombra. Si las superpones, el resultado es una sombra más pronunciada. Pienso en Besźel y en Ul Qoma como distintas capas de totalidad sombreada. A un nivel político, social, judicial, etcétera, el principio que lo organiza tenía menos que ver con los juegos y más con la naturaleza de los tabúes: enormemente poderosos, en muchas ocasiones enormemente arbitrarios y que (fundamentalmente) suelen quebrantarse de forma silenciosa sin que eso socave la existencia del propio tabú. Ese último elemento, creo, suele subestimarse en las discusiones sobre las normas culturales, donde se afirman y se quebrantan a la vez. Ambos elementos son fundamentales.

CLRH
: Cuando empecé a entender la peculiar naturaleza de Besźel y de Ul Qoma me acordé del relato
Reports of Certain Events in London
(
Informes sobre ciertos acontecimientos en Londres
), que apareció en tu colección
Looking for Jake
. ¿Fue ese el punto de partida de
La ciudad y la ciudad
? ¿Hubo algún momento en particular en el que germinó la idea de este libro, o, por el contrario, se gestó despacio, gradualmente?

CM
: Hay más gente que ha visto esa relación. No es algo que yo haya pensado, pero entiendo perfectamente por qué la gente lo ha visto así. Ellos, y tú, tenéis algo de razón. Aunque se puede argumentar que es una influencia negativa en algunos aspectos, en el énfasis en una geografía fluida, depredadora, desconocida, esa historia corta es una antítesis.
La ciudad y la ciudad
tiene más que ver con la burocracia que con cualquier otra cosa. La idea básica para la ambientación de la novela es algo a lo que he estado dándole vueltas durante varios años. De alguna forma, estuve probando mentalmente varias historias para ver cuál quedaría mejor, cuál luciría mejor sin que se notara demasiado la mano, no a expensas de la narración. Esa era la idea.

CLRH
: Tu obra siempre ha tenido un fuerte componente de surrealismo, pero me llamó la atención que en esta novela te estuvieras apartando del estilo daliniano (híbridos de insecto y humano, o un hombre cuya cabeza es una jaula ocupada por pájaros) hacia un tipo de surrealismo menos extravagante, un estilo menos anclado en la imaginería exótica de los sueños y de las pesadillas y más en las imágenes de lo cotidiano del mundo de la vigilia; aquí estoy pensando en el mundo de Bruno Schulz, a quien citas en los agradecimientos. ¿Cuáles son las razones de este cambio?

CM
: No me gusta Dalí, aunque por supuesto es difícil escapar de la influencia de sus imágenes. Me gusta el mote despectivo que le dio André Breton: Ávida Dollars. Pero en términos de esa especie de posdecadencia recargada y barroca de sus imágenes en comparación con los sueños más sutiles de Schulz o de Kafka, sí, puedo ver el cambio. Explicarlo, sin embargo, es un asunto imposible. Hace mucho que me gusta Schulz (como muchos otros de mi generación me acerqué a él gracias al cortometraje de los hermanos Quay,
Street of Crocodiles
) y Kafka, y de toda la tradición (muy amplia) de arte y literatura fantástica europeos, además del amor que siento por el paisaje de Praga, por ejemplo; y quería escribir algo inspirado en eso. ¿Por qué ese cambio? Me siento menos enérgico que antes. Más viejo. Quería probar algo nuevo. Quería escribir un homenaje a esas tradiciones (y la extraordinaria prosa de la mejor novela negra). Quería escribir un libro que le habría encantado a mi madre.

CLRH
: Además de a Schulz, reconoces la influencia de Raymond Chandler, Franz Kafka, Alfred Kubin y Jan Morris. A los dos primeros los conozco, y me parece clara su influencia en esta novela, pero no conozco ni a Kubin ni a Morris, y me atrevo a decir que tampoco los conocerán gran parte de nuestros lectores. ¿Qué les debes a ellos?

CM
: Kubin fue un escritor e ilustrador austriaco y su libro
La otra parte
fue una gran influencia; una especie de investigación expresionista de la ansiedad urbana y la compulsión de crear y poblar las ciudades de la mente (cualesquiera que sean los riesgos que eso conlleve), la seguridad falaz de trasplantar un estado metropolitano a una especie de remoto lugar de provincias. Jan Morris es una influencia algo más discutible. Escribió un libro llamado
Hav
, que es la revisión de una novela anterior titulada
Last Letters from Hav
, sobre un viaje a un país imaginario. El libro me asombró, pero tuve una frustrante discusión con él. Los libros siempre están en diálogo con otros libros, obviamente, y a veces son amigables y otras no tanto.
La ciudad y la ciudad
mantiene una conversación muy respetuosa aunque al mismo tiempo beligerante, con
Hav
. En parte porque nunca sentí que
Hav
tuviera la identidad suficiente, porque enfatizó tanto su naturaleza como puerto sincrético (y la admiré profundamente por renunciar a ese «indigenismo» esencialista) que, de hecho, parecía sobre todo como un grupo de minorías que se reunían sobre un telón de fondo opaco y descolorido. Nunca parecían involucrarse en algo más grande. Creo que soy de una opinión minoritaria respecto a eso, pero cuando me di cuenta de que había estado pensando mucho en ese libro mientras escribía
La ciudad y la ciudad
, incluso con frustración, parecía cuanto menos apropiado hacerle una mención de respeto.

CLRH
: Algunos lectores y críticos se sentirán sin duda tentados a ver en esta novela una alegoría de las relaciones entre Occidente y el mundo árabe, debido al parecido entre el nombre de Ul Qoma y el grupo terrorista Al Qaeda. Y hay otras lecturas alegóricas posibles basadas en diversas divisiones y entramados políticos, sociales y sexuales. ¿Sientes alguna simpatía por estas lecturas?

CM
: Personalmente, hago una profunda distinción entre lecturas alegóricas y metafóricas (aunque no me importa demasiado la terminología una vez hayamos dejado claro a qué nos referimos). Para mí, el sentido de la búsqueda de una interpretación alegórica es lo que Fredric Jameson llama el «código maestro» que «resuelva» la historia, para averiguar «de qué trata» o, peor aún, «de qué trata realmente». Tengo muy pocas simpatías por este enfoque. En eso estoy con Tolkien, que recalcó su «cordial desagrado» por la alegoría. No me gusta porque creo que le quita bastante el sentido a la ficción; si de verdad se escribe una historia para querer decir otra cosa, y con esto no quiero decir que no haya un hueco para la ficción satírica o polémica o de cualquier otro tipo, solo que si se puede decir por completo de una forma directa, entonces ¿por qué no decir eso otro? La ficción es siempre más interesante cuando hay una evasiva superabundancia y/o especificidad. No es lo mismo que decir que no existe el significado, sino que existe algo más que esos significados. El problema con la decodificación alegórica como método es que intenta meter demasiadas interpretaciones en una historia, aunque la lee demasiado poco. Las alegorías siempre son más interesantes cuando rebasan sus propios diques. La metáfora, para mí, es decididamente mucho más como eso. La metáfora es siempre más fractalmente fecunda, y siempre hay más grande y más pequeño que ella. Así que a lo que me refiero es…, de ningún modo digo que esas interpretaciones no sean válidas (aunque debo decir que siento muy poca simpatía por la de Oriente contra Occidente, algo que el texto niega explícitamente en más de una ocasión), pero que espero que la gente no piense que el libro se «resuelve» con eso. No creo que se pueda resolver ningún libro.

CLRH
: Por supuesto, haces mucho más que simplemente entramar, y de hecho entras en los espacios entre Besźel y Ul Qoma, al igual que en los espacios que se disputan, en lo que voy a llamar «territorios de superposición», por el principio de superposición cuántica. Aquí estamos en el territorio de la Brecha y también de la invisible ciudad de Orciny, que puede o no ser un mito. ¿Fueron siempre la Brecha y Orciny una parte de la novela o solo fuiste siendo consciente de su existencia, por así decirlo, a través de pruebas circunstanciales mientras escribías sobre las dos ciudades «visibles»?

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