Read Loa Anarquistas Expropiadores Online

Authors: Osvaldo Bayer

Tags: #Ensayo

Loa Anarquistas Expropiadores (36 page)

BOOK: Loa Anarquistas Expropiadores
12.13Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

El 11 de septiembre has gran tensión a bordo. Langsdorff ha mandado a su avión Arado para reconocimiento por los alrededores. A sólo 30 millas avistó al poderoso crucero inglés “Cumberland” que se dirigía a toda máquina en dirección de los buques alemanes. El Arado dio la vuelta de inmediato porque no convenía alertar por radio a su buque. Pero sorpresivamente el crucero inglés se desvió de su curso y tomó proa hacia el sur, sin avistar en ningún momento a sus enemigos.

Así llega el 27 de septiembre. Hitler se ha dado cuenta de su error: los ingleses han declarado la guerra en seria y no como excusa para negociar. El corsario ha perdido un mes precioso y además la sorpresa de los primeros días. El 27 de septiembre se despiden hasta nuevo aviso el “Graf von Spee” y el “Atlmark”. El comandante Hans Langsdorff, de 45 años, se despide del viejo lobo de mar Heinrich Dau, que ya había cumplido los 65.

El buque corsario se dirige desde su refugio directamente hacia las costas brasileñas. Allí, saliendo de Pernambuco está seguro que encontrará buques ingleses. Pero el “Graf von Spee” ya no lleva su nombre verdadero sino que en su proa figura “Admiral Scheer”, el otro acorazado de bolsillo que estaba a miles de millas marinas de allí. A los tres días avista a su primera presa, el mercante inglés “Clement”, de 5.000 toneladas, al mando del capitán Harris.

El capitán Harris relatará años después esa jornada. Dice que primero creyó que se trataba de un crucero inglés y que lo primero que hizo fue ir a su cabina para cambiarse la chaqueta. Luego recibió la orden seca y terminante de abandonar el buque. Todos los tripulantes fueron embarcados en los botes. El y el jefe de máquinas fueron recogidos por un bote motor del acorazado alemán y llevados como prisioneros. El capitán inglés relata así el hecho: “Al pasar por la popa del acorazado puede ver que se destacaban las letras de su origen que decía “Admiral Scheer”, que naturalmente habían sido pintadas por encima con pintura gris. Un toque maestro de simulación. Cuando pasamos del bote a bordo del buque de guerra, el feje de máquinas y yo fuimos escoltados hasta el puente donde conocimos al capitán Langsdorff, quien nos hizo la venia en forma naval y nos dijo, después de estrecharnos las manos: “Lo lamento, capitán, pero tendré que hundir su barco; es la guerra…”.

Aquí cabe una referencia fundamental. Es la que se refiere a sir Eugen Millington-Drake. Sin él no podemos continuar el relato. Fue el verdadero triunfador de la batalla del Río de la Plata. Porque si en el mar el resultado quedó indeciso, en tierra la ganó el representante inglés en Montevideo, sir Eugen Millington-Drake. Toda su capacidad, su simpatía y su tenacidad inglesa las volcó en la mesa de las conversaciones con el gobierno uruguayo para decidir la negativa de los orientales a permitir la estadía del “Graf Spee”. Estamos seguros que al lograr la decisión del gobierno de Baldomir, si la ocasión se hubiera presentado, el elegante sir Eugen habría presentado sus excusas al capitán Langsdorff de esta manera:

—Lo lamento, capitán, pero tendré que hundir su barco; es la guerra…

Pero ese sir Eugen Millington-Drake que logra su triunfo con todas las artes conocidas de la vieja diplomacia inglesa sufre una metamorfosis después de la guerra. Para él —como buen deportista— el “match” ha terminado. Ya su patria no está en peligro y los sentimientos humanos pueden aflorar. Desde diciembre de 1939, sir Eugen ha quedado impactado por dos cosas: por la suerte del trágico “Admiral Graf Spee” y por la figura legendaria de su comandante, el capitán Hans Langsdorff.

Emociona ver cómo ese brillante diplomático inglés, cómo ese hombre que por su inteligencia y capacidad ganaba la simpatía de todos, se dedica con la humildad del hombre de claustro a investigar, a reunir detalles, y a encontrarse con los sobrevivientes del episodio guerrero. Así, durante 25 años. Y producto de eso es su obra histórica: “El drama del Graf Spee y la batalla del Río de la Plata”. Escrita con rigorismo, con absoluta imparcialidad y con una obsesionada pasión por la verdad. Es una epopeya de los hombres del mar que ha encontrado su justo cronista.

Por eso, cualquier relato de estos episodios que quiera ceñirse a la verdad de los hechos no podrá sustraerse de citar las opiniones del diplomático inglés.

Estamos en el hundimiento del “Clement”. Sobre él dice Millington-Drake: “
Los cañones del “Graf Spee” abrieron fuego para hundir el barco y el capitán Langsdorff envió un radiograma a los apostaderos de la costa brasileña pidiéndoles que tomaran medidas para recoger los botes del “Clement”. Esto constituía un acto de humanidad característico en Langsdorff, pero era comprensible que la firma del telegrama fuera “Admiral Scheer” para despistar al enemigo. Luego, algunos de los botes fueron recogidos por un vapor brasileño y el resto llegó a las costas sin inconvenientes
”.

Sobre la llegada del capitán y el jefe de máquinas del “Clement” al “Graf Spee” en calidad de prisioneros, nos informa el libro del comandante naval inglés A. B. Campbell “La Batalla del Plata” hecho sobre relatos del capitán Harris. Dice así: “
El capitán Hans Langsdorff era un típico oficial de marina del viejo régimen imperial alemán. Era un hombre de 45 años de edad, joven aún para ser el capitán de uno de los acorazados de bolsillo alemanes. Había servido 27 años en la Armada y había sido cadete a bordo del “Grosser Kurfürst” en la primera guerra mundial habiendo participado en la batalla naval de Jutlandia. La frase ‘hermandad del mar’ no eran meras palabras para él, porque creía en esa fraternidad y cumplía fielmente con sus principios. A los dos prisioneros británicos se les dio un tratamiento adecuado a su rango. En seguida tuvieron ocasión de apreciar que el acorazado de bolsillo era la esencia de la inventiva y eficacia científica. No les fue permitido indagar ninguno de los secretos que eran el orgullo del barco, pero tuvieron amplia oportunidad de aquilatar sus características principales. Los marinos mercantes británicos, mirando trabajar a la tripulación, quedaron asombrados de la extrema juventud de la mayoría de sus integrantes
”.

Pero si bien el corsario había hecho su primera víctima, el Almirantazgo británico podía saber su existencia y su radio de operación. Desde ese momento comenzará la cacería. Langsdorff lo sabe y por eso asestará golpe tras golpe en los lugares más insospechados. Pone proa inmediatamente hacia Africa, a una velocidad de 22 nudos. El 5 de octubre captura al “Newton Beech”, cargado con 4.600 toneladas de maíz; dos días después hunde al “Ashlea” que lleva un cargamento valuado en 200.000 toneladas de azúcar. Nuevamente dos días después apresa al “Huntsman” de 8.300 toneladas, que llevan un cargamento de té capaz de satisfacer el consumo de Inglaterra por 45 días.

De todos estos barcos captura a la tripulación. Y ahora viene una anécdota bastante risueña en medio de esa lucha sin ventajas. Hundido el “Huntsman”, el “Graf Spee” llama a su buque abastecedor, el “Altmark”.

Cuenta el capitán Dau que para cortar un poco la monotonía de las largas semanas en alta mar, uno de los oficiales hizo correr la versión de que en el “Altmark” se había recibido un mensaje del “Graf Spee” en que éste comunicaba haber apresado un buque de pasajeros inglés con toda la “troupe” de chicas de las Follies de Ziegfield y que iban a ser trasladadas todas al buque mercante alemán. La noticia corrió como un reguero de pólvora a bordo. Los oficiales jóvenes eran los más entusiastas y comenzaron a cuidar por su buena presencia. Se discutió el lugar donde se les instalaría y muchos ofrecieron sus propias cabinas como real gesto de caballeros. El médico de a bordo quiso sentar el principio que él era el único autorizado de preocuparse por la salud de las famosas coristas, opinión que fue recibida con disgusto. Nunca fue tan esperado el “Graf Spee” como en aquella oportunidad. ¡Luego de tantas semanas entre hombres, ver aparecer formas femeninas…!

Heinrich Dau cuenta así el encuentro: “
De pronto aparece el “Graf Spee” en el horizonte. Se acerca a toda velocidad con su silueta clásica. Vemos que tiene un mástil con cuatro banderas. Creemos que quiere hacer señales. Pero no es así, lleva cuatro banderas inglesas al tope, cuatro banderas de los buques que ha apresado
”.


Ahora sí, hace señales: traemos buena presa, dice. Nos imaginamos la alegría de los muchachos del “Altmark” porque para ellos eso no puede significar otra cosa que una buena carga de hermosas chicas. Pero hay que esperar un día más, los prisioneros están a bordo del “Huntsman”, el buque inglés apresado que ahora es conducido por oficiales alemanes. El 17 de octubre se avista al “Huntsman” para hacer frente al “Altmark”. La tripulación de este buque ha ocupado toda la borda de babor armada de prismáticos y cámaras fotográficas preparados a ver aparecer las chicas. Hay nerviosidad en la espera. De pronto, un murmullo; se acaban de divisar vestimentas multicolores… ¡no pueden ser otras que las damas norteamericanas!


Pero pronto la decepción será tremenda. Los de los vestidos multicolores no son rubias de Ziegfield sino negros grandotes e hindúes que forman parte de la tripulación de los buques ingleses…

Los prisioneros pasan todos al “Altmark”, las vituallas al “Graf Spee”. La caza de los cuatro últimos buques ingleses se había hecho en forma tan rápida que ninguno de ellos pudo denunciar la posición del corsario a través de la radio. Leamos lo que dice Sir Eugen Millington-Drake sobre este aspecto: “
¿Cómo fue que los llamamos de alarma lanzados por estos barcos que deberían haber dado la posición del “Graf Spee” fallaron en sus propósitos? Fue debido en gran parte al procedimiento adoptado por el capitán Langsdorff en todos los casos: el “Graf Spee” se acercaba a su víctima en forma subrepticia de modo que casi no se le veía, a excepción de su torre de control delantera, que era similar a la de dos barcos de guerra franceses muy conocidos en aquella época: el “Strasbourg” y el “Dunquerque”. Sabiendo esto, el capitán Langsdorff izaba la bandera de Francia. Los cuatro capitanes ingleses fueron engañados y uno de ellos, Edwards, del “Trevanion”, telegrafió equivocadamente al “Graf Spee” el nombre de su barco creyendo que era una ayuda. No se percató que era corsario enemigo hasta que, estando a menos de una milla, el barco viró en redondo, izó la enseña svástica y le mando un radio: “no transmitan nada, de lo contrario haremos fuego
”.

Aquí conviene citar a Sir Eugen Millington-Drake acerca del trato que Langsdorff dio a los prisioneros ingleses (incluidos negros e indios). Dice así: “
Con respecto a la comida, el capitán Langsdorff había dado órdenes de que los prisioneros recibieran la misma que su tripulación (excepto la ración extra destinada sólo para las tropas que intervenían en combate); los prisioneros ingleses recibían, pues, más alimentos que la población civil en Alemania, bajo el racionamiento de guerra
”.

Después de dejar al “Altmark” los prisioneros, el “Graf Spee” pone proa hacia el Océano Indico. En ese sentido, el Alto Comando alemán le había dado libertad de acción a Langsdorff.

El corsario, con rapidez sorprendente, pasa con todo atrevimiento a sólo 300 millas de la gran base británica de Durban. El plan de Langsdorff es dar dos o tres golpes en la ruta a Australia con el nombre de “Graf Spee” y luego volver de inmediato a aparecer en las costas sudamericanas como el “Admiral Scheer”.

El 15 de noviembre apresa al buque tanque inglés “Africa Shell”, de 800 toneladas, que iba al mando del capitán Patrick Dove. Este marino inglés escribirá tiempo después su libro “Fui prisionero del Graf Spee” sobre ese relato, el británico Michael Powell describe la escena del primer encuentro entre Langsdorff y Dove, cuando el inglés es llevado prisionero a la cabina del comandante corsario. Dove es introducido al camarote de Langsdorff: “
Luego de un instante, el capitán Langsdorff se da la vuelta poniéndose de pie. Tenía rasgos fuertes y sensitivos y ojos inteligentes e imaginativos. Usaba una pequeña y elegante barba de pirata. Su porte era airoso. Parecía tener completa confianza en sí mismo. Hubo una pausa de algunos segundos mientras los dos hombres se estudiaban. Luego Langsdorff sonrió amablemente y avanzando presuroso extendió su mano. Dove tuvo que estrechársela. Langsdorff comenzó hablando en un inglés perfecto. “Cómo está, capitán —preguntó a Dove—, mi oficial de abordaje me ha informado de su protesta por la captura de su barco…
”.

El capitán inglés calificará más adelante a Langsdorff de “hombre extraordinario”. Calificativo que debe tener su valor partiendo de un parco lobo de mar como era Patrick Dove.

El 26 de noviembre se realiza una nueva cita entre el “Graf Spee” y el “Altmark”. Será el mismo capitán inglés Dove quien relatará el acontecimiento: “
Mis anotaciones para el día 26 de noviembre son éstas: llegó Papá Noel. Con estas palabras registré en mi diario la aparición del barco abastecedor del “Graf Spee”. Sentí vibrar al acorazado como si estuviera aminorando la marcha; luego las máquinas cesaron de funcionar. Entonces me di cuenta que, con la acostumbrada eficacia alemana, el capitán Langsdorff había concurrido a su cita con su barco abastecedor, a la hora y minutos precisos que dijera lo haría, luego de un mes de navegar a través de dos océanos. Estos dos barcos no podían comunicarse por radio para acudir a la cita ya que de hacerlo revelarían sus posiciones al enemigo. Cuando más tarde felicite al capitán Langsdorff por tal excelente hazaña de navegación, me explicó que él y su barco de abastecimiento operaban dentro de ciertos cuadros previamente establecidos de acuerdo a los días del mes, y así cada uno podía precisar, en determinado momento, dónde se hallaba operando el otro
”.

Dos días antes Langsdorff ha reunido a sus oficiales y les comunica que el “Graf Spee” pondrá proa hacia la patria. Pero agrega algo que marcará el destino final del corsario. Les anuncia que cambiará de táctica, es decir, que hundirá cualquier barco que se le ponga a tiro de cañón aun a riesgo de entrar en combate.

Aquí se ve el vuelo de la figura de Langsdorff. No es un hombre que se limitará a cumplir la orden. Si él ve que puede hacer algo más, no se arredrará y buscará el gran golpe.

En esto traeremos la opinión nada menos que de sir Winston Churchill, quien en sus memorias se refiere al “Graf Spee”. Luego de explicar las actividades del otro corsario alemán, el “Deutschland”, cuyo comandante se limitó a cumplir estrictamente las órdenes del gobierno alemán, señala: “
El “Graf Spee” fue más audaz e imaginativo, convirtiéndose pronto en centro de atención en el Atlántico Sur. Su método era aparecer en determinadas zonas por un breve período, reclamar una víctima y esfumarse nuevamente por las aguas del océano, que no dejan huellas. Luego de una segunda aparición más hacia el sur, por la ruta del Cabo, en la que hundiera solamente un barco, no se hallaron más vestigios de su paso por espacio de un mes, durante el cual nuestras patrullas de casa le buscaron por doquier, enviándose especial vigilancia al Océano Indico. Este fue en efecto su destino. El 15 de noviembre hundió un pequeño tanque británico en el canal de Mozambique, entre Madagascar y el Continente. Habiendo así denunciado su presencia en el Océano Indico con esta trampa, para atraer el cazador hacia esa dirección, su capitán Langsdorff, persona de gran capacidad, pronto retrocedió, y manteniéndose bien al sur del Cabo, volvió pronto a entrar al Atlántico
”.

BOOK: Loa Anarquistas Expropiadores
12.13Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Hellbound Hearts by Paul Kane, Marie O’Regan
As Time Goes By by Michael Walsh
Antiques St. Nicked by Barbara Allan
Ambush by Short, Luke;
The Pact by Monica McKayhan
Honor Bound by Michelle Howard
Love Captive by Jacqueline Hope