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Authors: Baltasar Gracián

Tags: #Ensayo, Filosofía

El arte de la prudencia (14 page)

BOOK: El arte de la prudencia
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245. De vez en cuando, expresa opiniones distintas del pensar de la mayoría.
Con ello indicas que tienes más cultura y virtud. Cuídate siempre del que nunca se opone a lo que dices, pues no es señal de que te ama, sino de que a sí mismo se ama, y quiere congraciarse con algún fin. No te dejes engañar de los lisonjeros: es mejor apartarle que pagarle. Una muestra de prestigio es que seas murmurado por algunos, y más si te murmuran los que hablan mal de la gente buena. Líbrate de que tus cosas les agraden a todos, pues indica que no son realmente buenas o que alguno te miente, porque es de pocos ser en todo perfectos.

246. No te excuses con quien no te lo ha pedido.
Y aunque te pidan que te excuses, es una falta si es innecesaria. Disculparte antes de tiempo es culparte, es herirte tú mismo estando en salud, es darle argumento al que te quiere hacer mal, abrir paso al malicioso. La excusa anticipada hace que salgan a relucir los recelos que dormían. Nunca debes dar muestras de que sabes que alguien sospecha algo de ti, pues eso es como salir a buscar el agravio. Si piensas que se sospecha de ti, lo que debes hacer es curarlo con tu entereza de carácter y la honestidad de tu conducta.

247. Si sabes mucho, vives mucho, si poco, vives poco.
Otros opinan lo contrario. Pero más vale el buen ocio que el negocio. Lo principal que tenemos es el tiempo. ¿Dónde vive quien no tiene lugar en el tiempo? Igual infelicidad sufres si gastas tu vida en tareas rutinarias, en vez de dedicarte a aquellas que elevan el espíritu. No debes cargarte de ocupaciones ni problemas. Eso es atropellar el vivir y ahogar el ánimo. Algunos incluyen al saber entre las cargas de ocupaciones que se deben abandonar para el buen vivir. No están en lo correcto: si no se sabe, no se vive.

248. No te dejes llevar de lo último que te dicen.
Hay hombres que guían sus actuaciones por lo que más recientemente les han dicho, y por este camino llegan al extremo de la impertinencia. Tienen el sentir y el querer de cera que se derrite fácilmente. Son tan impulsivos que lo que acaban de decirles los hace olvidarse de todo lo demás. Este tipo de hombres no toma buenas decisiones, y por eso nunca gana, sino que pierde con facilidad. Son manipulados, pues cada uno lo tiñe del color que desea. Son malos para guardar secretos, son como niños durante toda la vida. Varian constantemente sus opiniones y amores, pues viven en permanente fluctuación. Siempre les cojea la voluntad y el juicio, inclinándose a una y otra parte.

249. Primero haz tu trabajo, y después descansa, y no al contrario.
Algunos insensatos se dedican primero a descansar para luego terminar con fatiga y cansancio. Te aconsejo que hagas primero lo principal, que es el trabajo, y después, si hay lugar, tomas el tranquilo descanso. Muchos quieren triunfar antes de luchar. Otros comienzan estudiando lo que menos importa, y dejan lo que les daría crédito y recursos para cuando ya es tarde, y les queda poco tiempo para vivir. Comienza su dicha cuando acaba su existencia. Es esencial tener buen método para saber sacar provecho a la vida.

250. Cuándo debes exponer tu razonamiento al revés.
Cuando el otro te habla con malicia. Hay algunos hombres que todo lo dicen al revés. Cuando dicen “sí” es “no”, cuando “no” es “sí”. Hablan mal de una cosa, porque le tienen estimación, y como quieren adquirirla, la desacreditan ante los otros para que pierdan interés en ella. Hay elogios que se hacen hablando mal de algo. Otros alaban a los buenos y a los malos. Grave error es éste, pues para quien ninguno es malo, ninguno será tampoco bueno.

251. Debes proveerte de los bienes humanos como si no hubiese divinos, y de los divinos como si no hubiese humanos.
Es regla de un gran maestro, y no necesita comentarios.

252. Que todo no sea tuyo ni todo ajeno, sino un equilibrio entre ambos.
Es una tiranía vulgar la que ejerce quien sólo se ama a sí mismo. Luego quiere también que todas las cosas sean suyas. No sabe ceder en lo más mínimo en aquello que afecte su egoísta comodidad. Se compromete poco y confía solamente en su fortuna, y siempre falsea la cantidad que tiene. Conviene que te comprometas con quienes sientan que les debes algo y que ellos te deben a ti. Actúa en combinación con los demás, y serás amo y esclavo de los demás, si “renuncias al cargo, renuncias a la carga”, como le dijeron a Adriano. Si renuncias a que te deban, renuncias a deber. Ahora bien, si caes en el vicio de estar demasiado comprometido con otros, serás infeliz. No tendrás días ni horas tuyas, sino que sólo trabajarás para otros. Por eso, burlescamente alguno fue llamado “el de todos”. Este error se comete también en el campo del conocimiento, pues hay algunos que saben de todo, menos de sí mismos. Entenderás, si eres sagaz, que muchos no buscan de ti sino lo que de ti les interesa. Nunca vienen por ti, sino por lo que tienes. No vienen por el ovejo, sino por la lana.

253. Nunca expliques tus ideas con demasiada claridad.
Hay gentes que desprecian las ideas cuando las entienden fácilmente. Veneran sólo aquello complicado de entender, pues creen que la profundidad de pensamiento está en lo inentendible. Siempre debes mostrar a la persona con quien hablas que eres más sabio, prudente y conocedor, pero no en exceso, sino con cierta moderación. Y si bien con los entendidos vale mucho mostrar conocimiento y sabiduría, con las mayorías es necesaria la explicación de las cosas. No debes dar lugar a que te censuren, y puedes lograrlo si te ocupas en entender y dar a entender tu pensamiento. Alaban muchos aquello que al preguntárseles no pueden explicar. ¿Por qué? Porque todo lo recóndito tiene un misterio que llama a venerarlo, y lo celebran porque oyen a otros celebrarlo.

254. No te descuides, no desprecies un problema porque sea pequeño.
Pues nunca andan solos. Los problemas vienen unos tras otros, encadenados, como los momentos felices. Frecuentemente, la dicha y la desdicha van más donde hay más, cada dicha va donde hay más dichas, cada desdicha, lo mismo. Es que todos huyen del desdichado y se acercan al venturoso. Hasta las palomas, con toda su sencillez acuden donde hay más pan. Todo le va faltando al infeliz: hasta él se falta a sí mismo, las palabras y la orientación. No debes despertar la desdicha cuando duerme: si eres afortunado, no busques los problemas. Puede pasarte un pequeño desliz. Si no lo curas a tiempo, irás cayendo en fatal despeño, sin saber a dónde pararás. Así como ningún bien llega nunca a ser el más grande porque siempre hay otros más grandes, de la misma manera ningún mal es el mayor, vienen mayores en cadena. Para el mal que viene del cielo, ten paciencia, para el que viene del suelo, ten prudencia.

255. Aprende a hacer el bien: en pequeñas cantidades, pero repetidas veces.
Nunca rebases tus posibilidades. Si das mucho, no lo van a interpretar como que das, sino como que vendes, que a cambio esperas algo. Además, dar mucho hace demasiado grande el agradecimiento que te deban, y eso lo dificultará, quebrará el equilibrio entre quien da y quien agradece. Entonces, el que recibe el favor puede incluso llegar a interpretar tu gesto como una humillación, pues sabe que compensarlo estará muy lejos de sus posibilidades. Es regla que si quieres perder a muchos amigos, haz que te deban mucho. Por no pagar, se te retiran y transforman de deudores en enemigos. La escultura nunca querrá tener delante al escultor que la hizo, porque a él le debe ella todo, y el salvado se avergüenza de ver a su bienhechor. Tu gran secreto al dar: que te cueste poco y se desee mucho, para que se estime más.

256. En la vida, ve siempre prevenido.
Es bueno que estés siempre prevenido contra los descorteses, discutidores, presumidos, y todo género de necios. Son muchos, y lo sensato es hallar cómo no hallarlos. Date cada día el firme propósito, a la luz de tu reflexión, para vencer los problemas que te provocarán los necios. Estudia cada caso para que no te expongas a situaciones que cuestionen tu reputación. El varón prevenido y de cordura, no será vencido por los impertinentes. Es problemático el trato con los hombres, porque siempre está plagado de problemas y descrédito. Al encontrar en el camino a los humanos, es difícil no desviarte de tu sensatez, aun consultando la gran astucia de Odiseo, el héroe griego que venció tantos obstáculos. Es valioso en muchos casos hasta inventarse los deslices, para excusarnos, y de este modo evitar los conflictos. Empleando en toda ocasión la caballerosidad, que siempre es bienvenida y suaviza el diferendo.

257. Nunca llegues al rompimiento.
No lo hagas, pues siempre sale descalabrado tu prestigio. Cualquiera sirve para enemigo, pero muy pocos califican para amigos. Pocos son capaces de hacer el bien, y casi todos pueden hacer el mal. A pesar de ser fuerte, ágil y valiente, no está segura el águila ni en el mismo seno del dios Júpiter, el día que se enemista con el pequeño escarabajo. Como el agua es contraria declarada del fuego, los enemigos disimulados de éste, aprovechan que ambos estén cerca para irritarlo dejándola caer hasta apagarlo, sin que puedan ser acusados de haberlo hecho, pues estaban esperando esa oportunidad propicia para hacerlo. Así, los amigos maleables, débiles de carácter, se convierten en tus peores enemigos. Su maleabilidad los hace aficionados a cargar con los defectos ajenos y lanzarlos contra ti. Cuídate de todos los que te rodean y miran, pues en el hablar de cada uno pueden esconder lo que sienten y los males que te desean. Todos sufren de los peores defectos: de no tener principios o de faltarles recursos o de no saber lo que buscan, y sobre todo, siempre carecen de cordura. Si fuese inevitable pelear con alguien, hazlo reduciéndole tus favores y no atacando con furiosa violencia. Y en todo caso, lo mejor es que tengas una bella retirada, un alejamiento sin conflictos de la persona con la que tienes diferencias.

258. Busca quien te ayude a llevar tus tristezas y comparta tus felicidades.
Nunca luches solo, y menos cuando enfrentas grandes riesgos, pues sería cargar con todo el odio.Es mejor compartirlo. Algunos prefieren enfrentarse con todos los poderes y estar al alcance de toda murmuración. En este caso, es mejor tener quienes los excusen de sus equivocaciones y los ayuden a llevar los golpes. Es posible que te vean andar solo, y quieran darte, pero si vas acompañado, con dos o más, ni a la fortuna ni a la vulgaridad les será fácil enfrentarte. Por eso, el médico inteligente, que mató al enfermo en el intento de curarlo, llevaba a uno que le ayudara a llevar el ataud o a compartir la culpa del error: se reparten el peso y el pesar, que la desdicha sola, redobla el peso a la intolerable carga.

259. Aprende a ser preventivo con las injurias, y a hacerlas favorables.
Das prueba de inteligencia, si te dedicas a evitar las injurias, y no a vengarlas. Es muestra de gran destreza convertir en hombre de confianza al que fue enemigo, hacer avergonzarse de su fama de tiradores, a los que amenazaban con tirarte. Valioso es saber comprometer: no tiene ocasión de agraviarte el hombre al que le diste algún motivo para agradecerte. El secreto de saber vivir es convertir en placeres los que iban a ser pesares. Transforma en confidente al maledicente, convierte en aliado a quien te ha atacado.

260. No tengas a nadie como absolutamente incondicional tuyo, ni seas tú de otro.
Ni la sangre ni la amistad ni las deudas ni los deberes más sólidos hacen a ninguna persona absolutamente incondicional de otro. No olvides que es grande la diferencia entre entregar la voluntad y dar el corazón. La mayor unión admite excepción, por esto no se ofenden las leyes de la decencia. Por más amigo que seas de alguien, siempre habrá algún secreto que reservarás frente a él, y hasta tus mismos hijos tendrán algo que no dirán a su padre. Una misma cosa dejan de decírsela a unos y se la dicen a otros, y viceversa. De aquí que darás todo y negarás todo, distinguiendo en cada caso a quien corresponde que le niegues y a quien darle.

261. No persistas en las necedades, hay un momento en que debes parar.
Hay gente extremadamente obstinada, y pone tanto empeño en sus desaciertos que aun sabiéndose equivocadas, le dan más importancia al orgullo de su constancia, que al reconocimiento y salida del error. En el fondo de su intimidad, saben que están en un error, y en lo externo lo defienden con pasión. Hacen como si al comenzar a defender su necia afirmación, alguien los acusara de tener carácter débil, y para negar este supuesto defecto, persisten en la necedad. Su vanidad les impide comprender que nada los obliga a defender lo indefendible: ni el compromiso hecho con ligereza ni la decisión equivocada. Líbrate de ser como esos que luego de su primera grosería, persisten hasta llegar a la bajeza, y algunas veces hasta la violencia. Su pequeñez de alma los hace ser constantemente impertinentes.

262. Aprende a olvidar.
Más que un arte, es una dicha. Lo que más quieres olvidar es lo que más recuerdas. No sólo es traidora la memoria cuando más quieres acordarte de algo. Es peor, es necia cuando quiere tener presente una cosa. En lo que produce tristeza es prolija y eficiente. En lo que da alegría, te falla con descuido. Muchas veces, el mejor remedio del mal es olvidarlo, sin embargo, se nos olvida ese remedio. Conviene dominar las costumbres de la memoria, para que deje de darnos a su antojo felicidad o infierno. O costumbrarnos a ser como los que de cualquier modo (recordando u olvidando) están satisfechos, pues han logrado un estado de inocencia que les permite gozar en cualquier caso su sencilla felicidad.

263. Muchas cosas que te gustan, las disfrutas más cuando no son tuyas.
Más se goza de las cosas ajenas que de las propias. Cuando adquieres algo, el primer día es muy bueno para ti como dueño, pero los demás días disfrutan los extraños más que tú. Deleitan las cosas ajenas con doblado placer, pues no tendrás que reparar cualquier daño que sufra, y te trae el gusto seductor de la novedad. Todo lo bueno es mejor cuando te privan de alcanzarlo: hasta el agua ajena sabe a néctar de abejas. El poseer las cosas y disponer de ellas, disminuye tu interés, y aumenta el enfado si la prestas, y también si no la prestas. Al final sólo sirve para que tú la mantengas y la usen otros. Y de esos, son más los enemigos que los amigos que te ocasiona.

264. No te descuides, no dejes nada a la suerte.
Tiene la suerte la mala costumbre de burlarse de ti, y provocará todos los accidentes para tomarte desprevenido. Siempre debes tener bien entrenadas la inteligencia, la cordura, el valor, y hasta la belleza, porque el día en que estés más confiado de que no te ocurrirá nada, viene el hecho que te desprestigia. Con frecuencia falta el cuidado cuando más lo necesitas, por no pensar en el obstáculo que pondría el porvenir. También algunas gentes usan la estratagema de aprovechar el descuido tuyo para hacerte el riguroso examen que determine si tienes valores apreciables. Tus enemigos sabrán cuáles son los días en que ostentas tu poder. El astuto calla y te hace creer que te lo perdona, pero acecha el día menos pensado para poner a prueba tu valor.

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