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Authors: Oliver Sacks

Tags: #Ciencia,Ensayo,otros

Un antropólogo en Marte (53 page)

BOOK: Un antropólogo en Marte
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92) En
En busca del tiempo perdido,
Proust escribe: «No hay duda de que uno de los puntos más débiles de las personas consiste en no ser, en definitiva, más que una colección de momentos; pero también reside ahí su gran fuerza; es algo que depende de la memoria, y nuestra memoria de un momento no está al corriente de todo lo que ha ocurrido desde entonces; este momento que ha sido registrado todavía perdura, todavía vive, y con él la persona cuya forma está esbozada en él.»

93) La memoria puede adquirir muchas formas —todas, en sus distintas modalidades, culturalmente inestimables— y sólo deberíamos hablar de «patología» si éstas se vuelven extremas. Hay personas que poseen extraordinarios recuerdos perceptivos, por ejemplo; parecen asimilar automáticamente y recordar sin la menor dificultad todos los profusos detalles de unas vacaciones de verano, las docenas de personas que conocieron, su manera de vestir, sus charlas, los miles de incidentes que formaban parte de un día en la playa. Otros no guardan ningún recuerdo (y quizá no almacenan ninguno) de tales asuntos, pero una enorme memoria conceptual, en la que grandes cantidades de pensamiento e información se conservan de una forma enormemente abstracta y lógicamente ordenada. La mente del novelista, el pintor figurativo, quizá tienden a la primera; la mente del científico, el erudito, quizá a la segunda (y, naturalmente, uno puede poseer ambos tipos de memoria, o combinaciones variadas de ambas). La memoria perceptiva pura, con poca o ninguna disposición o capacidad conceptual, puede ser característica de algunos
savants
autistas.

94) En uno de sus últimos ensayos, «Las interpretaciones en el análisis», Freud habla del hecho de que los recuerdos que tienen los pacientes de ciertos sucesos enormemente significativos pueden mostrar una extraña conjunción de excesiva nitidez y detalle en algunos aspectos, y una total supresión en otros, perdiéndose elementos cruciales (especialmente los humanos). De este modo, los pacientes pueden recordar «con anormal nitidez» las habitaciones en que ocurrió un suceso de gran importancia, o el mobiliario… pero no el suceso en sí mismo. Freud lo considera el resultado de un conflicto y de un compromiso en el inconsciente, mediante el cual importantes vestigios de la memoria aparecen en la conciencia, aunque exponiendo detalles adyacentes de importancia menor. Freud señala que dichas reminiscencias a menudo emergen en los sueños (y por tanto en los ensueños), tan pronto como el tema cargado de recuerdos se impone en la mente.

95) T. J. Murray cita una observación hecha por el pintor Robert Pope, quien también hace hincapié en el tiempo que debe transcurrir entre la experiencia original y su recreación, un tiempo que, para él, suele ser de unos cinco años como media, pero que para Franco resultó ser de un cuarto de siglo o más: «Durante este período de gestación [escribe Pope], las facultades creativas actúan como un filtro en el que los datos personales opacos y caóticos se hacen públicos, transparentes y ordenados. Se trata de un proceso de mitologización. Mito y sueño son similares: la diferencia es que los sueños tienen un significado privado y personal, mientras que los mitos tienen significados públicos.»

96) Posteriormente, Bidder describió algunas de las técnicas o algoritmos que descubrió estaba utilizando; aunque ese descubrimiento, así como su uso, parecían ser inconscientes. En nuestro siglo, A. C. Aitken, el gran matemático y calculador, afirma: «A veces he observado que la mente se ha anticipado a la voluntad; me ha llegado una respuesta antes incluso de desear el cálculo; lo he comprobado, y siempre me ha sorprendido que fuera correcto. Esto, supongo (aunque la terminología pueda no ser acertada), es el subconsciente en acción; creo que puede actuar a varios niveles; y cree que cada uno de estos niveles posee su propia velocidad, diferente de la de nuestros momentos normales de vigilia, en los que nuestros procesos de pensamiento son bastante lentos.» (Estas palabras las cita Steven B. Smith en «Calculating Prodigies».)

97) Tredgold escribe acerca de
savants
que poseen diversos poderes y habilidades sensoriales, de
savants
olfativos, y también de un
savant
táctil: «El doctor J. Langdon Down me habló de un muchacho de Normansfield cuyo sentido del tacto era tan refinado y sus dedos tan diestros que podía tomar una hoja del Graphic y gradualmente partirla en dos láminas perfectas, al igual que uno arrancaría un sello de un sobre.»

98) Aunque las habilidades musicales prodigiosas tienden a aparecer a una edad extremadamente temprana —casi todos los compositores son ejemplos de ello—, «no hay prodigios en el arte», como dijo Picasso. (El propio Picasso era un extraordinario dibujante a los diez años, pero era incapaz de dibujar caballos a los tres, algo que sí podía hacer Nadia, ni catedrales a los siete.) Deben de existir importantes razones cognitivas y de desarrollo neuronal que lo expliquen. Aunque Yani, una muchacha china no autista, demostró facultades artísticas muy precoces —había pintado miles de cuadros a la edad de seis años—, sus trabajos son propios de una niña de mucho talento, sensible (y que ha practicado mucho), y surgen de un desarrollo perceptivo normal aunque acelerado, que sin duda ha sido estimulado por su padre, que es artista. Sus cuadros no se parecen en nada a los dibujos de súbita aparición, elaborados, «nada infantiles», característicos de prodigiosos
savants
gráficos como Stephen Wiltshire. Naturalmente, es posible que en algunas personas no autistas exista una mezcla de talento
savant
y normal (ver nota al pie, página 279).

99) Recientemente conocí a un joven, Ben Oppenheimer, físico y astrónomo, y le mencioné los cuadros de Jessy y le enseñé reproducciones de algunos. Se quedó asombrado ante su exactitud astronómica, y le recordaron al astrónomo aficionado Robert Evans, de Australia. Evans, sin ninguna ayuda y con un pequeño telescopio, observó cuántas supernovas se hallaban en una muestra de 1.017 galaxias brillantes (Shapley-Ames) mantenidas bajo observación durante un período de cinco años (examinando, calcula Oppenheimer, sesenta galaxias o más cada noche); a partir de ello dedujo una nueva cifra para la proporción de supernovas en dichas galaxias. (Esta obra fue publicada por Van den Bergh, McClure y Evans en
The Astrophysical Journal.)
Evans no se sirvió de ayuda electrónica ni fotográfica, con lo que al parecer fue capaz de construir y retener en su mente una imagen o mapa absolutamente preciso y estable de más de mil galaxias, tal como las había visto en el cielo meridional. Parece probable que su memoria sea eidética o de
savant,
aunque no hay indicios de que sea autista.

100) Cuando Stephen fue invitado a sentarse en la cabina en el momento de aterrizar en Nueva York, Chris recordó un sueño premonitorio que Stephen le había contado antes de abandonar Londres. «Soy piloto de un Jumbo», había dicho Stephen. «Veo los rascacielos y la línea del cielo de Manhattan.»

101) Al visitar a la artista autista Jessy Park, me quedé sorprendido ante el enorme cariño que sus padres mostraban hacia ella.

—Ya veo que usted la quiere —le dije a su padre—. Y ella, ¿también les quiere?

—Ella nos quiere todo lo que puede —me replicó.

102) Esto me fue señalado, con numerosos ejemplos, por un muy agudo corresponsal, John Williamson, de Brownsville, Texas, quien planea escribir sobre ellas con todo detalle.

103) En una enfermedad congénita poco usual, el síndrome de Williams, existe una asombrosa precocidad verbal (y social) combinada con defectos intelectuales (y visuales): una extrema dispersión entre diferentes inteligencias. La combinación de los dones lingüísticos con la deficiencia intelectual es especialmente sorprendente: los niños con el síndrome de Williams a menudo parecen excepcionalmente serenos, locuaces e ingeniosos, y sólo gradualmente se observa en ellos este déficit mental. Las implicaciones neuroanatómicas de todo ello están siendo investigadas por Ursula Bellugi y otros.

104) Cabe la posibilidad de que coexistan talentos
savants
y normales, a veces en esferas separadas (como en el caso de Nabokov); a veces, de manera confusa, en la misma esfera. Ésa es la poderosa impresión que siempre me ha producido un joven extremadamente dotado que conozco desde que era pequeño. A los dos años, Eric W. era capaz de leer con fluidez, aunque no era sólo hiperlexia: leía y entendía. A la misma edad era capaz de repetir cualquier melodía que oyera, de armonizar con ella cantando, y comprendía la fuga y el contrapunto. A los tres años hacía extraordinarios dibujos sirviéndose de la perspectiva. A los diez compuso su primer cuarteto de cuerda. Mostró una gran capacidad científica en su primera adolescencia, y ahora, al inicio de su veintena, está haciendo un trabajo fundamental en el campo de la química. (Nunca he tenido la sensación de que Eric W. fuera autista: de niño estaba lleno de espontaneidad y era muy travieso, y de adulto demuestra tener sentimientos profundos.) De haber poseído tan sólo talentos
savants
, no habría sido capaz de un desarrollo e integración significativos. De haber poseído sólo talentos normales (al menos en la esfera gráfica), no se habrían presentado de un modo tan parecido al de los talentos
savants
. Ha sido singularmente afortunado al poseer ambos.

105) Freeman Dyson, que había conocido a Jessy Park cuando era una niña, observa: «Siempre he pensado que jamás volvería a estar tan cerca de una inteligencia cualitativamente distinta. Los niños autistas son muy extraños y muy diferentes de nosotros, y sin embargo puedes comunicarte con ellos; hay muchas cosas de las que puedes hablar con ella … [Pero] no tiene noción de su propia identidad, no comprende la diferencia entre “tú” y “yo”: utiliza pronombres casi indiscriminadamente. Y por ello su universo es radicalmente distinto del mío. Las relaciones sociales concretas son para ella muy, muy difíciles de comprender. Por otro lado, no tiene problemas con lo abstracto. De modo que las matemáticas, por ejemplo, no le presentan ninguna dificultad, y podemos hablar de matemáticas sin problemas … Creo que al estudiar el autismo nos acercamos lo más posible a los problemas que plantea explorar la base neurológica de la personalidad, pues se trata de personas cuya inteligencia está intacta, pero que les falta algo en el centro.»

106) Jerome Bruner, que ha estudiado minuciosamente el desarrollo cognitivo en los niños, llama representación «escenificadora» a su primera expresión. La escenificación, remarca, viene complementada por formas subsiguientemente desarrolladas de cognición o representación (y que denomina «icónica» y «simbólica»), pero no queda desbancada por éstas sino que durante toda la vida permanece como un poderoso modo de expresión, instantáneamente al alcance de nosotros. Lo mismo ocurre con el estado de la mímesis de Donald: no es algo que desaparezca con el
Homo erectus
, sino que permanece como parte constante y poderosa del repertorio del
Homo sapiens
. Todos nosotros hacemos uso frecuente de dichos comportamientos y de comunicaciones no verbales, y están supremamente desarrollados en los mimos, en los actores, en todos los artistas del espectáculo y en los sordos.

107) El programa de televisión «20/20» ha informado de una ciudad de Massachusetts donde el autismo tiene una gran incidencia, especialmente en las proximidades de una antigua fábrica de plásticos, aunque la cuestión de si el autismo puede ser motivado por exposición a agentes tóxicos todavía está por estudiar.

108) El más reciente y polémico de estos métodos es la comunicación facilitada. La CF (originariamente utilizada en niños con parálisis cerebral) se basa en la idea de que si la mano o el brazo de un niño autista no verbal son sostenidos por un facilitador, es posible que el niño sea capaz de comunicarse escribiendo a máquina o utilizando un comunicador electrónico o un tablero de letras. La idea subyacente es que dicho niño puede tener dificultades en iniciar los movimientos (de manera parecida a los enfermos de Parkinson) y que un leve contacto con otra persona puede permitirles superar ese obstáculo y alcanzar una facilidad motora normal (tal como ocurre con el tacto, o incluso con el contacto visual, en algunos enfermos de Parkinson: abordé este tema en la nota 45 de la edición inglesa de
Despertares
). La esperanza es que haya, al menos en pacientes de otro modo inaccesibles, un rico pero «encarcelado» mundo de pensamiento y sensaciones que podría liberarse mediante esta simple táctica.

Los resultados que conocemos de este método son muy variados, desde comunicaciones simples y de escasa importancia en algunos pacientes hasta casos de niños anteriormente mudos que relatan toda su autobiografía. Estos resultados han sido, por un lado, objeto del entusiasmo con que se recibe la «buena nueva», sobre todo entre muchos padres y profesores de niños autistas; y, por el otro, de un rechazo global por parte de la profesión médica. Ha sido difícil llegar a un juicio sereno en la sobrecargada atmósfera de reivindicaciones y rechazos; mientras que algunos ejemplos de la CF han resultado ser totalmente ficticios —el resultado de una sugestión inconsciente por parte del facilitador— y otros parecen sospechosos, permanece un núcleo de fenómenos aparentemente fidedignos que merecen un examen cuidadoso e imparcial.

109) Una pionera de ello fue Mira Rothenberg, quien creó los Centros de Tratamiento Blueberry y que en su libro
Children with Emerald Eyes
nos narra dicha experiencia.

110) Lo que uno encuentra en los textos de Temple (y en los textos de otros autistas adultos muy inteligentes, sin excluir a algunos con marcado talento literario) son peculiares vacíos y discontinuidades narrativas, repentinos y desconcertantes cambios de tema, provocados (eso sugiere Francesca Happé en un reciente ensayo sobre el tema) por la incapacidad de Temple «para apreciar que el lector no comparte la importante información de base que ella posee». En términos más generales, el escritor autista parecer no «sintonizar» con sus lectores, es incapaz de comprender los propios estados de ánimo ni los de los lectores.

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