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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Osada (11 page)

BOOK: Osada
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Si hubiesen tardado un par de minutos más, Geary tendría que haber reducido la velocidad de la flota para que los transbordadores pudiesen alcanzarlos. Sin embargo, en ese momento todavía podían hacerlo.

Suspiró profundamente. Otra crisis superada.

Me pregunto cuál será la próxima
.

—Enhorabuena a todos los que han ayudado para que la operación fuese un éxito. —Geary se inclinó hacia la coronel Carabali, la capitana Tyrosian, el comandante Lommand y los oficiales al mando de la
Ejemplar
y la
Aguerrida
—. La capitana Tyrosian me ha informado de que, mientras hablamos, los elementos traza que necesitábamos están siendo distribuidos entre las auxiliares. Además, también se han distribuido la munición y las células de combustible que han producido. En cuanto se completen los envíos y se repongan los transbordadores, nos dirigiremos al punto de salto para abandonar Baldur.

No todos parecieron compartir los sentimientos que Geary había manifestado hacia Tyrosian y Lommand. El capitán Casia, de la
Conquistadora
, y la comandante Yin, de la
Orión
, sonrieron con gesto de aprobación hacia los oficiales al mando de las naves de reconocimiento, pero fruncieron el ceño ante los dos oficiales de ingeniería. Geary analizó durante un instante la larga mesa de reuniones virtual, intentando averiguar cuántos oficiales estaban de parte de Yin y de Casia. No parecían muchos, pero tampoco era fácil asegurarlo. Sospechaba que sus oponentes más peligrosos dentro de la flota no mostrarían su hostilidad tan abiertamente como aquellos dos.

No obstante, seguía siendo importante, y grave, saber que aquellos que estaban en contra del mando de Geary intentaban utilizar a los ingenieros como punta de lanza contra los demás oficiales.

—Capitán Geary.

Se escuchó una nueva voz. Geary tardó un momento en darse cuenta de quién era, y lo hizo gracias al software de reuniones que iluminó el nombre de su interlocutor, situado no muy al fondo de la mesa. Era el capitán Badaya, de la
Ilustre
. También estaba al mando de lo que quedaba de la Sexta División de Cruceros de Batalla, que por aquel entonces estaba formada solamente por la
Ilustre
y la
Increíble
.

—Capitán Geary —repitió con lentitud, como pensando todavía lo que iba a decir—. Antes de hablar sobre otros temas, me gustaría comentar algo. Nos enfrentamos a problemas serios para poder volver al espacio de la Alianza, y no podemos permitirnos detenernos demasiado tiempo para plantear cómo causar a los síndicos el mayor daño posible. Me refiero, por ejemplo, a lo que sucedió en Sancere. He estado reflexionando sobre lo que pasó allí. —Podía estar aludiendo a muchas cosas, y no parecía que Badaya estuviese poniendo en duda su autoridad, por lo que Geary simplemente asintió con la cabeza y esperó a que continuase—. Me refiero a la puerta hipernética. Cuando se destruyó, hubo un pulso de energía que puso a prueba los escudos de nuestras naves. Entiendo que las acciones llevadas a cabo por el
Intrépido
, el
Arrojado
y el
Diamante
sirvieron para prevenir males mayores. —Hizo una pausa.

Las palabras de Badaya estaban entrando en un terreno que Geary prefería evitar, pero no se le ocurrió ningún modo de concluir el tema sin llamar todavía más la atención sobre ello. Por una vez, Geary estaba agradecido de que Victoria Rione no estuviese en la reunión. Si así fuese, probablemente no podría haber evitado mirarla por un instante, lo cual podría delatar ante los demás oficiales que ella y Geary compartían una información que no se les había proporcionado a los demás.

—Correcto —dijo Geary, con tranquilidad.

—¿Podría resultarnos útil? —preguntó Badaya—. Podría ser un medio con el que infligir un daño considerable a los sistemas estelares enemigos según avanzamos hacia casa, y gastando solo una fracción mínima del tiempo que se requeriría para dañarlos mediante ataques usuales.

Podría serlo, sí. También podía despertar la furia genocida que Geary temía. Estaba buscando una respuesta, a sabiendas de que, dijese lo que dijese, tendría una gran repercusión, cuando la capitana Crésida tomó la palabra con tono apesadumbrado.

—El capitán Geary me preguntó al respecto —dijo—, y yo le respondí que la energía emitida era impredecible. Podría ser mucho menos que la que ya hemos experimentado, o incluso nada.

El capitán Tulev asintió en tono sentencioso.

—Y además queremos utilizar las puertas para llegar a casa.

Todo el mundo estuvo de acuerdo. En lugar de saltar de sistema en sistema usando los viejos puntos de salto, la hipernet no solo les ofrecía la posibilidad de ir directamente a un sistema estelar síndico que hiciese frontera con el espacio de la Alianza, sino que además era mucho más rápida que viajar del otro modo.

—Si la destruyésemos, no podríamos utilizarla.

—Nos hace perder opciones y además existe la posibilidad de no causar ningún daño a los sistemas estelares síndicos —observó el capitán Duellos—. Una sugerencia interesante, capitán Badaya, pero poco práctica.

Badaya frunció el ceño, pero acabó asintiendo.

—Es verdad. Supongo que no es una opción viable ahora mismo. No obstante, estaría bien tenerla en mente.

Geary intentó parecer pensativo.

—Gracias, capitán. Es una posibilidad, como se ha dicho, interesante. Le agradezco que lo haya comentado.

Y una mierda. Ojalá no dijese nada. Que los ancestros disculpen esta mentira. No lo he hecho por mi propio beneficio, sino para proteger a otros
. Bajó la cabeza durante un momento, reflexionando sobre el modo en que Crésida y Tulev habían saltado para enterrar la idea de usar las puertas hipernéticas como armas. Crésida lo sabía, claro, puesto que había sido la encargada de desarrollar el algoritmo de selección que había contenido la puerta de Sancere, evitando así que produjese una explosión de escala nova. Pero Tulev no lo sabía. ¿O sí? ¿Acaso había un grupo de oficiales que sabían que las puertas hipernéticas podían usarse para hacer desaparecer la raza humana en un estallido genocida compartido, y habían tomado la determinación de ayudar a Geary a mantenerlo en secreto tanto tiempo como fuese posible?

Con ese conocimiento... ¿qué pasaría si, durante el largo camino a casa, decidiesen que Geary no lo estaba utilizando adecuadamente?

Tenía que hacer algo, quitarles a los oficiales presentes en la reunión aquel asunto de la cabeza. Por suerte, tenía justo la clave para conseguirlo.

—He estado pensando en nuestro plan de acción. Como saben, hasta ahora era llevar la flota desde aquí a Wendaya. Sin embargo, lo he reconsiderado.

Se escuchó un murmullo en la mesa ante aquel anuncio. Geary estudió la expresión de sus oficiales al mando, y no le gustó lo que veía. Parecían no sentir el más mínimo entusiasmo, ni siquiera aquellos que lo apoyaban. No obstante, solo Casia le tomó la palabra.

—Prácticamente estamos igual de lejos del espacio de la Alianza que cuando abandonamos el sistema nativo de los síndicos —dijo, quejándose.

—No fui yo quien llevó la flota al sistema nativo síndico —le recordó Geary a Casia—. Hay un largo camino a casa, y eso es algo que no puedo cambiar. —Se paró para volver a estudiar sus reacciones. Muchos de ellos observaban, resignados o preocupados, el visor que mostraba la estrella—. No obstante, debemos probar algo distinto. Hemos intentado no avanzar en línea recta hacia el espacio de la Alianza con el fin de evitar caer en trampas síndicas, pero nuestros enemigos empiezan a darse cuenta de la estrategia.

Había conseguido que los oficiales volviesen a escuchar con atención lo que decía, pero Casia hizo un gesto con la mano hacia la pantalla.

—No iremos a retirarnos de nuevo, ¿verdad?

La pregunta estaba tan perfectamente formulada que Geary se preguntó si había sido cosa del propio Casia o si algún otro oficial que estaba en su contra, alguien más capaz, se lo había dicho. Era precisamente el tipo de preguntas que podían minar a Geary y cualquier plan que sugiriese.

Sin embargo, fue capaz de realizar una maniobra adecuada ante sus enemigos de la flota.

—No —dijo Geary, mirando fijamente a Casia—. Mi idea es que la flota avance deprisa hacia el espacio de la Alianza, para así comprobar durante cuánto tiempo podemos hacerlo sin que los síndicos descubran nuestras intenciones e intenten tensar el lazo de nuevo. Deberíamos ser capaces de cubrir bastante distancia y echar por tierra los planes del enemigo, que supone que no vamos a actuar de ese modo.

Vio que se iluminaban gran parte de las caras que componían la mesa de reunión, aunque también se percató de que el capitán Duellos, Tulev y Crésida parecían mantenerse cautos, como si les inquietase que le hubiese dado la razón a Casia. Parecía imposible contentar a todos.

No obstante, tampoco era su misión hacer que todos estuviesen contentos.

Geary señaló el visor.

—En lugar de saltar a Wendaya, lo haremos a Sendai, y después iremos directos a Daiquón, y si todo parece despejado, a Ixion. —En la pantalla aparecieron unas líneas luminosas que formaban una flecha orientada hacia el espacio de la Alianza.

—¡Eso es casi un tercio de la distancia que hay hasta casa! —afirmó el comandante Neeson, sonriente.

—Los síndicos posiblemente descubrirán nuestro plan antes de llegar a Ixion —replicó el capitán Mosko, de la nave
Atrevida
, con expresión de preocupación.

—Opino lo mismo —dijo el capitán Tulev—. Capitán Geary, ¿entiendo que vamos a analizar la situación en cada sistema estelar antes de realizar el salto?

—Exacto —respondió Geary—. Espero que los síndicos descubran que hemos cambiado la estrategia que seguimos para volver a casa. Cuando lo hagan, podrán usar su sistema de hipernet para mover sus fuerzas más rápido de lo que nosotros podemos movernos y prepararnos para bloquearlos. Sin embargo, creo que contamos con bastantes posibilidades de llegar a Daiquón sin problemas importantes, y con opciones reales de alcanzar Ixion.

Parecía que los tenía. Geary sintió una pequeña sacudida de rabia. Estaba molesto con el hecho de tener que convencerlos en lugar de ordenarles simplemente lo que tenían que hacer. Tampoco es que lo hubiese hecho rematadamente mal desde que había asumido a regañadientes el mando de la flota, y pese a ello, parecía que tenía que demostrar continuamente su valía ante los que lo ponían en duda.

—Emplearemos la ventaja que sacaremos de los tiempos de salto para que las auxiliares produzcan más células de combustible y munición, y las distribuiremos entre las demás naves durante el tránsito de Sendai a Daiquón. Si vamos a seguir hasta Ixion, quiero que estemos preparados para cualquier cosa.

El capitán Casia todavía tenía mala cara.

—¿Y después de Ixion? ¿Seguiremos hacia casa?

Geary luchó con fuerza contra el deseo de poner sus manos alrededor del cuello de Casia. Por suerte, la mera imagen mental del oficial poniéndose morado según apretaba consiguió calmarlo antes de responder.

—La dirección de esta flota es siempre nuestro hogar —dijo finalmente—. No obstante, no he pensado con detenimiento qué haremos después. Para ello tenemos que tener en cuenta qué hacen los síndicos mientras avanzamos hacia Ixion.

—Si mantenemos la iniciativa...

—Los síndicos pueden moverse más rápido que nosotros, capitán Casia. Tienen la ventaja de poder usar una red hipernet.

¿Por qué tenía que explicar algo tan simple?

La comandante Yin tomó la palabra de nuevo, como si se envalentonase por algo de lo que Geary no se había percatado.

—Que esta flota vuelva al espacio de la Alianza tan pronto como sea posible es de vital importancia para el desenlace de la guerra —afirmó, como si hubiese hecho una observación profunda.

—Si esta flota no sobrevive para llegar al espacio de la Alianza —dijo el capitán Duellos lentamente—, no hará mucho por dicho desenlace.

—Ya estamos luchando mientras volvemos a casa —dijo Desjani mirando a Yin—. Hemos dañado a los síndicos con cada paso que hemos dado.

En lugar de responder, la comandante Yin hizo una mueca al mirar a Desjani, como si sus palabras, de algún modo, le hiciesen gracia. Desjani se dio cuenta, y su expresión se endureció. Sin embargo, antes de que pudiese añadir algo más, el capitán Tulev tomó la palabra.

—Además, estamos arrastrando con nosotros a gran parte de la flota síndica, que intenta seguirnos y detenernos, puesto que necesitan casi todos sus recursos para cazarnos.

La comandante Yin miró a su alrededor y, al no encontrar lo que buscaba, se calmó a la vez que adoptaba una expresión sombría.

Era el momento de decir algo que les recordase que formaban parte de la misma flota.

—La Alianza necesita que volvamos —afirmó Geary con tono tranquilo, para que los demás le prestasen atención—. Las naves aliadas que no están con nosotros luchan por mantener a raya a los síndicos, y seguro que cuentan con nuestra vuelta. Nuestros enemigos están igual de desesperados por evitarlo. Cada día que esta flota sigue avanzando entre las líneas síndicas es una victoria para la Alianza y una derrota para ellos. Cuando volvamos a casa, lo haremos con la cabeza bien alta, y con una flota síndica muy mermada, gracias a las victorias que hemos cosechado y que seguiremos cosechando. Nuestros antepasados estarán orgullosos de nosotros. —Hizo una pausa, pero no parecía haber nada que añadir—. Gracias. En una hora les enviaremos las órdenes relacionadas con las maniobras para saltar a Sendai.

Las imágenes de los comandantes desaparecieron como pompas de jabón desvaneciéndose ante un fuerte viento. La capitana Desjani seguía fulminando con su mirada el lugar en el que la comandante Yin se había sentado. Luego se levantó, dijo entre dientes un simple «Disculpe, señor», y salió a toda prisa de la sala.

Todavía quedaba la imagen de alguien sentado, en esos momentos recostado en su asiento, con la botas encima de la mesa. Si no fuese porque sabía que eran las acciones de otro hombre, situado en otra nave, Geary habría jurado que aquel oficial estaba realmente allí con él.

—Capitán Duellos —dijo saludando a la imagen del otro hombre—, gracias por quedarse.

Duellos sonrió y dijo:

—Tampoco es para tanto.

—No importa, gracias de todos modos. —Geary volvió a sentarse y suspiró—. Hay un par de cosas que me gustaría preguntarle.

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