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Authors: Leena Lehtolainen

Tags: #Intriga

Mi primer muerto (4 page)

BOOK: Mi primer muerto
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Sirkku Halonen encabezaba la lista. Estaba muy nerviosa e intenté calmarla haciéndole las preguntas de rutina. El instinto maternal no es precisamente una de mis características, no sé consolar a los necesitados y me las apaño mejor en compañía de gente curtida que con las niñas aterrorizadas, víctimas de abusos. Timo Huttunen intentó por todos los medios entrar en la sala para proteger a su novia, pero lo mandé de vuelta al pasillo.

Sirkku dijo conocer a Jukka desde hacía unos tres años. Lo había visto un par de veces antes de ingresar en el coro, con ocasión de algunas fiestas en casa de Piia y su marido. Llevaba más o menos un año saliendo con Timo Huttunen. Según la chica, Jukka era «majete», y aseguró no tener ni idea de quién podía querer matarlo.

—Iba a ser un fin de semana tan divertido, estaba deseando que llegase... Tengo un trabajo de verano en el departamento de cosmética de unos grandes almacenes y estoy pasándolo fatal. —Parecía que a Sirkku la entristecía más el hecho de que se le hubiese estropeado el fin de semana que la muerte de su compañero.

Al principio tuve la impresión de que no sacaría nada de ella. Por lo que nos contó, el sábado no había sucedido nada especial. Cantaron un rato y luego comieron todos juntos con tranquilidad. A continuación, Jukka y Antti fueron a calentar la sauna, Jyri tocó un poco el piano —y pensar que hay gente que hasta tiene piano en sus casas de verano—, y Timo y ella se sentaron en la terraza y bebieron vino de fresas. Mirja y Tuulia estaban cocinando.

—Una
ratatouille
, o como se llame, riquísima. A Tuulia se le da fenomenal la cocina, aunque para mi gusto se le fue la mano con el ajo. Luego, Timo y yo nos fuimos a remar mientras los demás iban a la sauna. Queríamos bañarnos tranquilos, así que preferimos esperar a que el resto terminase. Debimos de acabar a eso de las once.

Cuando la parejita salió de la sauna, los demás se encontraban en el salón, bebiendo y escuchando música sentados alrededor de la chimenea. El ambiente había sido muy relajado todo el tiempo.

—¿A qué hora os fuisteis a dormir? ¿Tú te fuiste antes o después que Jukka?

—Creo que nos fuimos antes... No miré el reloj, la verdad. Timo y yo dormimos en la habitación grande del piso de arriba. Me levanté una vez durante la noche, para ir al baño... el de arriba. No salí afuera para nada, y tampoco Timo, que durmió todo el tiempo.

Me extrañó que Sirkku afirmara esto último. ¿Cómo podía estar segura, si, como decía, ella también había dormido toda la noche? A lo mejor estaban tan pegados el uno al otro que se despertaban al menor movimiento.

—¿Te pareció que Jukka se comportaba con normalidad ese día?

—Sí. Estaba de buen humor y ni siquiera perdió la paciencia con Piia durante los ensayos, aunque metió la pata cantidad de veces... me refiero a Piia. Es la segunda soprano y debía empezar sola la canción de Kuula
La corriente al barco lleva
, pero no hubo forma. Aunque a Jukka le sobra la paciencia cuando se trata de Piia. Bueno, le sobraba...

Sirkku parecía estar insinuando que la presencia de Piia en la formación se debía a algún mérito que nada tenía que ver con sus capacidades musicales.

—Bueno, es que por lo visto Piia y Jukka tenían un rollete mientras Peter, el marido de ella, está en no sé qué competición de vela en Estados Unidos. Casi medio año separados es muchísimo tiempo, ¿verdad?, aunque Piia irá a verlo el mes que viene. A Jukka le faltó tiempo para ir a por ella. A lo mejor no tendría que contar todo esto... Pero creo que la misma Piia lo contará y no me parece que sea nada malo... en fin, eso de que vayan juntos al cine y esas cosas. Pero por suerte Peter está en el
Marlboro of Finland
, que es como se llama su barco, porque él sí que tendría un buen motivo para matar a Jukka. O a lo mejor no, pero como siempre ha sido tan celoso...

—Da la impresión de que a Jukka no le faltaban las mujeres, ¿no? ¿Cómo eran vuestras relaciones? ¿Alguna vez tuvisteis un... rollete? —Si no recordaba mal, la última vez que vi a Jaana ésta me comentó con desprecio que Jukka, al parecer, «había bajado el listón», y se estaba llevando a la cama incluso a jovencitas.

—Sí, bueno... tuvimos un romance durante el viaje a Alemania, nada serio. —No pareció que mi pregunta tan directa la confundiera. La conversación la había tranquilizado claramente, lo que se notaba en su voz, que había adquirido un tono ligeramente orgulloso—. Jukka y Jaana habían cortado antes de lo nuestro, pero creo que a él lo cabreó verla flirtear con el tal Franz. Jukka y yo nos lo pasamos muy bien, yo aún no me había fijado siquiera en Timo. La cosa duró lo que el viaje, porque yo entonces estaba saliendo con Jari.

—¿Tenía Timo celos de Jukka?

—¿Lo dices por lo de Alemania? No creo... ¿Por qué iba a tenerlos? Después de aquello no volvió a pasar nada, y yo a Timo no lo engañaría en la vida.

«Aunque al tal Jari lo engañaste entonces...», pensé para mí, divertida.

—Y por la noche, cuando fuiste al baño, ¿oíste o viste a alguien moviéndose fuera de la casa?

—El baño de arriba lo teníamos al lado, así que no podía ver mucho, más que nada porque andaba dormida y un poco pedo, y volví a caer como un tronco enseguida. Pero sí que oí a Tuulia roncar en el piso de abajo. No me explico cómo Piia y Mirja podían dormir en medio de aquel escándalo. Piia habría estado más a gusto durmiendo con Jukka, ya teniendo en cuenta lo mucho que él se lo pidió. —Una expresión culpable nubló el rostro de Sirkku—. Es que subí en una ocasión después de la sauna y tuve la impresión de que estaban discutiendo por algo. Jukka le estaba pidiendo a Piia que durmiese con él, pero ella le dijo que no quería. Pero eso es lo único que oí, de verdad.

—¿Y qué fue lo que te despertó en medio de la noche?

—¡Pues qué iba a ser, que me estaba orinando! —De repente pareció reflexionar—. Ahora que lo pienso... A lo mejor oí un golpe, pero no estoy segura. Cuando trasnocho y bebo, suelo tener que levantarme. —Sirkku le dirigió una mirada a Rane y se sonrojó.

El flirteo estilo infantil es algo que no me gusta demasiado, tal vez porque es una habilidad de la que carezco. Le di permiso a Sirkku, para que se marchase, tras advertirle que probablemente volvería sobre el asunto a principios de semana, y le dije que avisara a Timo Huttunen que ya podía entrar.

—Me gustaría saber por qué ha mencionado el romance entre su hermana y Jukka, a menos que piense que hay algo detrás —dije a media voz, en parte para mí y en parte para Rane—. En cualquier caso, habrá que comprobar si el
Marlboro of Finland
está atracado en algún puerto en este momento, y si al tal Peter Wahlroos no se le ha ocurrido venir a Finlandia en medio de la competición. Por cierto, ¿te acuerdas de la que se lió esta primavera con la publicidad de tabaco? Me parece prácticamente imposible que el tipo haya estado aquí, aunque a lo mejor resulta que lleva sangre vikinga en las venas, y si se ha enterado de que su Penelope no se ha portado bien, es capaz de haber venido a poner a la competencia en su lugar.

Huttunen entró, así que tuve que dejarme de mitologías. La idea de un marido sediento de venganza escondido tras los matorrales con los náuticos llenos de barro no me resultaba tan creíble como las esperanzas de Sirkku de que el asesino fuese un extraño que pasaba por allí casualmente. Tal vez eso era lo que todos ellos esperaban.

Timo Huttunen parecía más que nada harto de la situación. Su aspecto recordaba al de su tocayo de la obra de Kivi
Los siete hermanos
: ojos azul claro, pelo pajizo y cortado a cepillo, complexión fuerte. A primera vista, el tipo no daba la impresión de ser aficionado a nada que recordase al arte, al menos no a la música clásica. Los tíos con su pinta normalmente suelen estar en el bar de al lado del gimnasio, sentados ante una jarra de medio litro de cerveza. Abrió fuego con una frase sorprendente.

—Espero que no hayáis sido crueles con Sirkku. Esta historia la tiene totalmente conmocionada. —Su forma de hablar hizo que la imagen con la jarra de cerveza se desvaneciera por completo. Más que educada, resultaba afectada y pretenciosa.

Contó que tenía un trabajo de verano en un concesionario de maquinaria agrícola. Llevaba tres años cantando en la ACUEF. Su relato de la víspera era, a grandes rasgos, igual que el de Sirkku: la sobremesa después de la cena y luego en la terraza, los retozos en la sauna (aquí el chico se puso colorado de orgullo, haciendo que la imagen con la jarra de cerveza ganara puntos), los achuchones junto a la chimenea. Timo había dormido como un tronco y no se había despertado cuando Sirkku fue al baño, así que no pudo decirnos cuánto había tardado ésta en volver de su excursión, pero tenía su propia teoría sobre el motivo del asesinato de Jukka.

—Yo, personalmente, no tenía nada en contra de Jukka, pero la verdad es que sus jueguecitos me cansaban. No me gustaba la manera en que flirteaba con Piia, que es una mujer casada. Y a Antti tampoco le gustaba. Incluso se lo dijo.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno, es que Peter, el marido de Piia, es un viejo amigo de Jukka y de Antti, y creo que incluso Piia y él se conocieron a través de ellos. Yo fui a llevarles unas cuantas botellas de cerveza, a la sauna y no pude evitar oír que Antti le decía a Jukka: «No le compliques la vida a tu amigo, que bastante complicada la tiene ya», o algo por el estilo. Jukka le contestó que su mujer no había puesto objeción alguna a las complicaciones. Entonces yo di media vuelta y regresé a la casa, porque no quería oír más.

—Sin embargo, en la conversación no se mencionaba directamente a Piia ni a Peter, ¿verdad?

—No, pero ¿de quién más podían estar hablando? —Los ojos azul claro de Timo me miraban de hito en hito—. Jukka resultaba agotador, siempre con sus líos de faldas, siempre detrás de todas las chicas. En realidad empecé a conocerlo mejor cuando cortó con la tal Jaana. ¿Tú no eres su antigua compañera de piso, por cierto? Parece que desde entonces andaba descontrolado. Musicalmente hablando es un tipo... era un tipo con talento, muy buen cantante. Y él era muy consciente de ello, por eso dirigía nuestro coro.

La voz de Timo dejaba traslucir claramente su amargura: ¿habría puesto en duda Jukka su aptitud como cantante, tal vez?

—Se había licenciado con unas notas excelentes y creo que acababan de ascenderlo en su trabajo. Al parecer, también tenía un buen sueldo, a juzgar por todo lo que se compraba y su ropa... Naturalmente tenía otras cosas en que pensar, aparte de las mujeres, pero de alguna manera daba la impresión de que sólo pensaba en ellas.

Me pareció que para Timo era un alivio no volver a ser testigo de los flirteos de Jukka con las mujeres de los demás.

Jyri Lasinen, por el contrario, parecía sinceramente desconsolado, y resultaba conmovedor verlo con aquella expresión de pena en los ojos enrojecidos. Me pregunté qué sentiría yo si me encontrara a mi mejor amigo muerto una mañana de resaca. Jyri llevaba sólo un año cantando en la ACUEF, pero con anterioridad había pertenecido a varios coros del este de Finlandia —era un careliano de acento cerradísimo— y de Savonlinna.

—Nunca había estado en la villa de Jukka, ¡y anda que no es chulo ese sitio! Fuimos en el cochazo de Piia y conduje yo, porque me hacía ilusión sentarme al volante de un BMW. Timo y Sirkku vinieron con nosotros. Los otros iban delante, y quise adelantar a Jukka en plan
rally
, porque me animé un poquillo. El final del camino fue lo mejor.

Por los efluvios que me llegaban, supuse que en el viaje de regreso Jyri había intentado recuperarse de la resaca con unos cuantos tragos.

—Jukka era muy buen conductor y hubo momentos en que me entró un poquito de canguelo al ver cómo pisaba el acelerador, iba como loco... y las chicas venga a gritar. Luego, ya en la villa, estuvimos ensayando. Y lo bien que sonaba, hasta yo había empezado a saberme mi parte. Y después Timo, que no pasa del fa, y eso que es segundo tenor... Al rato, cuando nos cansamos de cantar, me quedé un momento al lado del piano, leyendo la partitura de un aria de ese tal Lenski, ¿sabes quién te digo? —Jyri se puso a tararear los primeros compases, pero yo no tenía ni idea de quién era el tal Lenski, así que intenté disimular mi bochornosa ignorancia tras una media sonrisa. Rane parecía cabreado.

—Entonces Tuulia vino y me preguntó qué hacía cantando cosas tan tristes, así que nos pusimos a ojear un libro de canciones. Luego creo que comimos y fuimos a la sauna. Jukka y yo apostamos a ver cuál de los dos aguantaba más, y gané yo. Después ya debía de estar muy pedo... es que Jukka tenía whisky del bueno, Jack Daniels, ¿lo conoces?

—A ese señor sí que lo conocía, había tenido la suerte de topármelo en varias ocasiones y había chocado con él en un par de ellas. Reconocí su olor en el aliento de Jyri.

—También bailamos un poquillo con Tuulia, aunque el Bach que sonaba en el tocadiscos no fuese lo más apropiado, la verdad. Luego debí de quedarme grogui del todo y esta mañana tenía un poco de malestar.

Rane tecleaba con ardor. Me picaba la curiosidad por saber si estaría transcribiendo la declaración en el dialecto de Jyri. Éste no dejó de moverse con intranquilidad en ningún momento. Al margen de sus ojos resacosos y de la barba de dos días, era un muchacho con estilo, para ser sincera. Su cabello tenía un ligero matiz rojizo —me pregunté si auténtico— y lo llevaba cortado a la moda. Se notaba que elegía la ropa con buen criterio, los calcetines hacían juego con la camisa, estampada en violeta, y la montura de las gafas. Jyri era bajito y delgado y aparentaba menos edad de la que tenía, aunque era casi un muchacho.

Era él quien había encontrado el cuerpo. Mirja había mencionado haberlo visto deambular por la planta baja de madrugada. Se lo pregunté y enrojeció, como si lo hubiera pillado en falta.

—Ah, bueno... Es que ni siquiera me acuerdo. Eso es que de verdad debía de estar muy borracho. Fue al principio de la noche. Sí... puede que entonces estuviese haciéndome un poco el dormido, pero en realidad no lo estaba, y debí de ir a ver qué hacía Tuulia. Me la encontré durmiendo boca arriba en medio de la sala, roncando. Recuerdo que Mirja se quedó mirándome, estaba sentada en la cama. Pero a Piia no la vi por ningún sitio.

—¿Tampoco la viste arriba?

—Allí estaría, digo yo. Con Jukka... ¡Ah, sí, ahora me acuerdo! Cuando me estaba haciendo el grogui, oí que hablaban en el vestíbulo de arriba. Jukka insistía en que se fuese a dormir con él, y ella que no y que no, que morrearse era una cosa y follar era otra. Ya te habrás enterado de que andan en algo, ¿no?

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