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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Exploración (3 page)

BOOK: Exploración
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—¿Hum? —Sasha dudó. Eran pocas las personas que se interesaban en saber sobre él y realmente no deseaba hablar sobre eso—. Larga historia. Algún día te la contaré —repuso, mirándolo a los ojos—. ¿Vamos a hacerlo o qué?

Richie se echó a reír.

—El niño tiene prisa. Yo sólo quería conocerte mejor…

—Hay un buen modo de conocernos mejor —dijo Sasha, sujetándolo de los hombros para comenzar a besarlo.

Richie se sorprendió por lo inesperado del beso. Lentamente, dejó su bebida sobre la mesita y lo profundizó, pegando su cuerpo al de Sasha. Se besaron intensamente, hasta quedarse casi sin respiración. Richie dejó que Sasha dominara en el beso, pero cuando se detuvieron, jadeantes, fueron sus manos las primeras en acariciar la entrepierna del ruso.

—Ven, vamos a mi habitación.

En la habitación reinaba el típico caos de la habitación de un soltero, dominado por una enorme cama de dos plazas cubierta con un cubrecama amarilla. Sasha no se lo pensó dos veces y lo arrastró hacia la cama, luchando por quitarle la ropa.

—Calma… Despacio, que tenemos toda la noche —Richie le tomó el rostro entre las manos y lo besó con ternura—. No hay por qué apresurarse. Déjame enseñarte.

Sasha se dejó hacer, disfrutando plenamente cada caricia. Richie le enseñó a prepararlo sin prisas y le colocó el condón, para sentarse sobre su erección con un profundo suspiro, iniciando un lento vaivén. La noche fue de los dos y la disfrutaron con besos hambrientos y caricias osadas. Sasha aprendía rápido y pronto Richie se sintió sobrepasado por el modo en que su compañero lo tocaba. Probaron muchas posturas diferentes, prolongando al máximo el orgasmo y usaron los juguetes que el pelirrojo tenía, incansables en su búsqueda de placer. Cuando por fin comenzó a hacerse de madrugada, Sasha eyaculó por cuarta vez, dejándose caer exhausto sobre la cama.

—Debo irme —susurró al cabo de un rato, y comenzó a levantarse.

—Espera, Tigre. Quédate conmigo —pidió Richie—. Mañana es domingo y no trabajo, acompáñame un poco más.

Sasha volvió a acostarse, cerrando los ojos. Era la primera vez que dormía con otro que no fuera Tommy, pero no le pareció mal hacerlo. Se estaba empezando a formar entre él y Richie un vínculo que sería difícil de romper.

9

A las ocho comenzaron a llegar los amigos de Martin, compañeros del colegio privado donde estudiaba. Los primeros fueron Henri y Valerie, que eran novios, y se acomodaron inmediatamente en el sofá para besarse. Luego llegaron Yvonne e Yvette, dos gemelas de cabello rubio y largo y preciosos ojos verdes, que al instante se quedaron prendadas de Tommy.

Se hallaban en una habitación en el sótano que Martin usaba como cuartel general. Tommy estaba encantado, sentado en medio de las gemelas mientras su anfitrión escogía la música.

—¿Qué os apetece oír? —preguntó Martin.

Tommy iba a preguntar si tenía algo de Queen, pero las gemelas gritaron al unísono y en estereofónico: «¡
Voyage, voyage
!» y una voz femenina comenzó a sonar mientras ellas se lanzaban a bailar en medio del salón. Valerie y Henri, indiferentes, continuaron besándose en el sofá, hasta que el abuelo entró, seguido de un chico casi tan alto como Tommy, rubio y con ojos grises, que tenía un ligerísimo aire a Sasha. Martin lo presentó como Luc Waverly, hijo del embajador norteamericano en París.

—Voy a salir —anunció el abuelo—. La casa es vuestra, no volveré hasta mañana. —Intercambió un guiño con su nieto, mirando enigmáticamente hacia el techo de la habitación y ambos sonrieron.

Tommy también miró al techo y le pareció oír un crujido como de madera, pero con la música sonando no lo oyó claro y pensó que lo había imaginado. Se levantó y se acercó a Martin.

—¿Tienes algo de Queen? No es que no me guste este tipo de música... —Al contrario le estaba gustando y sin darse cuenta comenzaba a mover las caderas con cierta cadencia—. Pero… —Hizo un pucherito—. Tengo cierta nostalgia.

—Hay algo por allí —repuso Martin—, ¿puedes buscarlo? Voy a abrir la puerta, debe ser Isabelle.

Cuando su anfitrión se retiraba, Luc se acercó a Tommy y comenzó a hablarle en francés, mientras sacaba algunos discos de Motley Crüe.

—Espera, no entiendo ni una palabra de lo que dices —dijo Tommy sonriendo—, pero tu boca luce adorable hablando francés.

Luc sonrió sonrojado y respondió en inglés:

—Gracias.

—Vaya, hablas inglés. Debí suponerlo. ¿Qué más sabes hacer? —Esbozó una sonrisa coqueta.

Luc sonrió con un gesto de timidez pero miró nervioso hacia la puerta. Tommy se puso a mirar los discos a su lado y encontró el último LP de Queen,
The Works
. Al instante lo puso en la cadena de música, buscó el single número seis,
I want to break free
, y se lanzó directo a bailar en medio de las chicas, pero mirando a Luc.

Yvette e Yvonne lo rodearon enseguida, bailando y riendo tanto que Henri y Valerie, que se seguían besando en el sofá, se unieron a bailar junto a ellos. Yvonne tomó de la mano a Luc y lo arrastró hacia el centro de la habitación sin dejar de bailar. El muchacho no le quitaba ojo a Tommy, pero seguía mirando nerviosamente la puerta, hasta que Martin volvió con Isabelle y ambos fueron atrapados en el círculo donde los otros bailaban. Entonces Luc se sentó en el sofá.

—Esos dos eran novios —explicó Martin al oído de Tommy—. Ella engañó a Luc, por eso él se aparta. Pero hemos planeado algo para hacerlos reconciliarse.

Isabelle era una morena menudita, de rostro sonrosado, que sonrió tímidamente a Tommy cuando Martin los presentó.

—¿Y qué habéis planeado? —preguntó Tommy, arrimándose a Martin pero sin dejar de bailar.

Martin retrocedió, mirándolo atentamente, no muy seguro de las intenciones de su invitado.

—Jugar a la botella, no sé si conoces el juego: nos ponemos todos en círculo y hacemos girar una botella. Al que le toque la boca debe pagar prenda y el que tira puede elegir entre darle un beso al otro, hacerle decir un secreto o mandarlo a cumplir alguna misión.

—Conozco el juego, «Verdad, beso o acción», lo llamábamos. —Tommy sonrió con picardía—. Pero yo lo limitaría sólo a besos e impondría la norma de que los besos tienen que ser de verdad, nada de piquitos o besos ñoños. Tienen que ser besos que te quiten la respiración, te toque quien te toque.

El francés se echó a reír y bajó un poco el volumen del equipo, anunciando a todos que empezarían a jugar. El grupo se acomodó sobre la alfombra y Martin trajo una extraña botella, llena de símbolos y dibujos en relieve.

Luc se sentó junto a Martin, muy lejos de Isabelle, que estaba al lado de Valerie y Henri. Las gemelas se acomodaron una a cada lado de Tommy. Martin dijo las instrucciones en francés y las tradujo luego para su invitado, añadiendo que había pedido en su nombre que le mostraran cómo besaban las francesas.

—Un momento. ¿Qué pasa si te toca con alguien del mismo sexo? ¿Vais a poner reparos? —preguntó Tommy con un gesto de «a ver qué decís, tan liberales que sois los franceses».

Martin alzó una ceja y tradujo la pregunta al grupo. Las gemelas lanzaron una risita y pellizcaron a Tommy. Luc enrojeció y Valerie comenzó a sonreír, cuchicheándole algo a Henri. Isabelle le lanzó al invitado una mala mirada, pero luego de una corta discusión, Martin anunció que no habría problema con eso: se besaría al que tocara, aunque fuera del mismo sexo.

—Perfecto —dijo Tommy—. Así pues… ¿Quién empieza?

—Tú —repuso Martin—. Eres nuestro invitado, debes empezar tú.

—Vale. —Tommy hizo girar la botella que se paró apuntando la boca hacia Luc. Casi se echa a reír cuando vio la mirada asesina en la morenita y el tremendo sonrojo de Luc. No se le había pasado la mala mirada que ella le había dedicado antes, así que decidió darle motivos reales para que lo mirase mal.

Se levantó y haciendo una especie de reverencia extendió la mano hacia Luc para ayudarlo a levantarse. Las gemelas no hacían más que reír y Henri le dio un empujoncito a su amigo para que se levantara. Cuando estuvo de pie, Tommy posó ligeramente sus manos en las caderas de Luc que temblaba como un flan.

—Eh, no te voy a comer —dijo suavemente. Sus pulgares acariciaron el hueso de la cadera con un toque tan ligero como una pluma. Le dijo que cerrara los ojos y pegándose un poquito comenzó a besarlo muy suavemente al principio, lamiendo los labios, mordisqueándolos. Después subió en intensidad, guiándolo y haciéndole abrir la boca para finalmente introducir la lengua en busca de su igual. Tras unos momentos de indecisión y ante la atónita mirada de sus amigos, Luc se sujetó a los brazos de Tommy y se volvió parte activa en el beso. Un beso muy, muy apasionado, que se cortó cuando empezaron a oír tosecitas incómodas alrededor.

Tommy se separó con una sonrisa y ambos volvieron a sentarse en sus sitios. Ahora le tocaba tirar a Luc. Con las manos temblándole un poco y evitando mirar a Isabelle, hizo girar la botella, que se detuvo finalmente en Valerie. Isabelle la fulminó con la mirada y Luc sonrió, incómodo.

—Será un castigo —dijo finalmente, sin atreverse a besar a la novia de su amigo—. Ve al salón privado del abuelo Hellson y trae cualquier objeto que cuelgue de la pared.

Valerie se negó en redondo, pero el grupo dijo que debía cumplir. Martin dudó un poco. Sabía que su abuelo detestaba que anduvieran curioseando entre sus cosas, pero finalmente cedió a la presión y aceptó, diciéndole dónde estaba la llave y advirtiéndole que tuviera cuidado.

La chica tardó una eternidad durante la cual las gemelas se las arreglaron para explicarle a Tommy las «cosas horribles» que había en ese salón, aunque él no entendía muy bien el temor que sentían. Un crujido de madera hizo que mirase hacia arriba; sin embargo allí no había nada que hubiera podido producir ese sonido.

Entonces, Valerie llegó y le lanzó a Luc una espantosa máscara de madera, pintada en negro y rojo, cuyos malignos ojos parecían desafiarlos. Yvette lanzó un grito y todos miraron con repulsión e incluso con temor la máscara, excepto el anfitrión y el invitado, a quien le pareció genial. Tenía algo, no sabía muy bien si era el tosco gesto tallado o los colores, pero le parecía sensual. La tomó del regazo de Luc para verla mejor. Las formas talladas eran rústicas como había pensado, pero al tacto era muy suave como si la hubieran pulido mil veces. Por detrás también estaba pintada con extraños símbolos, Tommy la alzó para ponérsela, pero una mano le detuvo.

—Espera, no puedes hacerlo. —Martin le quitó suavemente la máscara y la puso sobre el sofá, ante el suspiro de alivio de todos—. Mi abuelo me matará si sabe que la hemos tomado. Es una máscara ritual africana, empleada en orgías de sexo y sangre destinadas a aplacar al Aullador Silencioso de la Sabana, un dios antiguo, representado como un enorme pulpo con ojos en cada tentáculo, que exigía a sus adoradores sacrificios humanos. Aquél que use la máscara se convertirá en su sacerdote y deberá asesinar a una persona para evitar grandes desgracias. —Repitió la historia en francés a sus amigos y las gemelas se abrazaron de Tommy.

—¿De verdad crees eso? —preguntó éste un tanto incrédulo. Pensó en Sasha, que ahora estaría partiéndose de la risa ante semejante historia. Estaba seguro que Sasha no se lo creería. Él estaba un poco más predispuesto, al fin y al cabo era pariente de Bram Stoker, pero de todos modos le costaba creer que si se ponía la máscara tuviera que matar a alguien.

—He visto cosas extrañas —dijo Martin en tono lúgubre—. Muy extrañas. —Bajó la voz para que Tommy se acercara más—. Y no estoy dispuesto a poner a prueba la máscara. Sería muy desagradable que nos asesinaras sin habernos conocido mejor.

Tommy rompió a reír mirando a Martin.

—Ciertamente sería algo muy desagradable. —Sonrió con picardía—. Claro que sería un desastre…

Valerie cortó por lo sano. Tomó la botella, para poner fin a una conversación que no entendía, y la hizo girar. Luego de un momento, apuntó a una de las gemelas. Valerie miró a todos.

—¿Qué hago? —preguntó.

—Bésala —respondió Tommy con su traviesa sonrisa. No entendía francés, pero comprendió el sentido de la pregunta y esperaba que ellos también comprendieran lo que había dicho.

Martin tradujo por las dudas, riendo, y finalmente las dos chicas aceptaron. Se pusieron de pie y se dieron un tímido beso. Tommy aplaudió.

—¡Ahora me toca! —Yvette giró la botella, sonriendo cuando ésta apuntó a Martin. Sin pensárselo dos veces lo tomó de la mano y comenzó a besarlo. El francés la sujetó por la cintura y profundizó el beso, quitándoles a todos la respiración, hasta que Luc tiró de su pantalón y le dijo que no comiera pan delante de los pobres.

Martin volvió a sentarse, guiñándole un ojo a Yvette, y giró la botella calculando volver a señalarla, pero se detuvo justo en el medio de las gemelas, apuntando a un sonriente Tommy.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó su invitado con picardía, retándolo con la mirada. «A ver si tienes lo que hay que tener y me besas. Que ganas tengo, no lo voy a negar.»

Martin lo miró, desafiante.

—Haré lo que quieras. Por esta vez te daré a elegir. ¿Quieres un beso, un castigo o decir la verdad?

—¿Hace falta preguntar? —respondió Tommy con una radiante sonrisa—. Quiero que me beses, sin lugar a dudas.

Martin dudó, mirando a sus amigos. Eso podría echar a perder su reputación de galán, pero las gemelas lo animaron a continuar. Henri y Valerie reían, Luc miraba a Tommy e Isabelle miraba a Luc.

Y Tommy…

Parecía muy satisfecho de sí mismo, sentado en la alfombra con las piernas cruzadas y esa sonrisita demoníaca en el rostro. A Martin no le extrañó que le hubiera gustado la máscara ritual: tenían la misma expresión. Entonces se decidió.

—Nadie dirá que los franceses no aceptamos un desafío —dijo levantando a Tommy y sujetándolo por la cintura para empezar a darle un apasionado beso.

Tommy estaba encantado y se dejó atrapar por el beso. Martin era dominante, muy dominante, como Sasha. Deslizó las manos por los brazos de su anfitrión hasta llegar a sus hombros, entrelazó los dedos en su cuello, enredándolos con el pelo y profundizó más el beso. Iba a dejar a su nuevo amigo sin respiración, le iba a dar el mejor beso que era capaz de dar. Sus labios y su lengua, como si tuvieran vida propia, se apoderaron de la boca de Martin.

«Podrás dominar mi cuerpo, pero este beso lo dominaré yo», se dijo Tommy.

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