El ladrón de cuerpos (12 page)

BOOK: El ladrón de cuerpos
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—En efecto. Dios tiene cuerpo; siempre lo tuvo. El secreto de las células que se dividen y producen vida reside en el mismo Dios. Y todas las células vivas llevan dentro de sí una minúscula parte del espíritu divino, Lestat: ésa es la pieza que falta, la que produce vida en primer lugar, la que separa a la vida de la no vida. Lo mismo ocurre con tu génesis de vampiro. Dices que el espíritu de Amel —un ente perverso— imbuyó los cuerpos de todos los vampiros... Bueno, de la misma manera los hombres comparten el espíritu de Dios.

—Santo cielo. Creo que te estás volviendo loco, David. Los vampiros somos una mutación.

—Ah, sí, pero existen en nuestro universo y su mutación refleja la mutación que somos nosotros. Además, hay otros que sustentan la misma teoría. Dios es el fuego y nosotros minúsculas llamitas; y cuando morimos, las llamitas regresan al fuego de Dios. ¡Pero lo importante es comprender que Dios mismo es cuerpo y alma! Absolutamente.

"La civilización occidental se ha asentado sobre un trastrocamiento. Pero creo, con toda honestidad, que en nuestras acciones diarias conocemos y honramos la verdad. Sólo al hablar de religión afirmamos que Dios es espíritu puro, que siempre lo fue y siempre lo será, y que la carne es pecado. La verdad está en el Génesis. Y te digo lo que fue el big bang,

Lestat: fue el momento en que las células de Dios comenzaron a dividirse.

—Es una bella teoría, David. ¿Se sorprendió Dios?

—No, pero los ángeles sí. Lo digo en serio. Y ahora te digo la parte supersticiosa: la creencia religiosa de que Dios es perfecto. Obviamente, no lo es.

—Qué alivio. Así se explican muchas cosas.

—Te estás riendo de mí y no te culpo. Pero es así como dices: eso lo explica todo. Dios cometió muchos, muchísimos errores. ¡Y por cierto El mismo lo sabe! Yo sospecho que los ángeles trataron de advertírselo. El diablo se convirtió en diablo porque trató de poner sobre aviso a Dios.

Dios es amor, sí, pero no estoy seguro de que sea sumamente talentoso.

Traté de contener la risa pero no lo logré del todo.

—David, si sigues con estos planteos, te partirá un rayo.

—Tonterías. Dios quiere que nosotros lo comprendamos.

—No. Eso no lo puedo aceptar.

— ¿Quiere decir que aceptas todo lo demás? —dijo, con otra risita—. No, hablo muy en serio. La religión es primitiva por las conclusiones ilógicas a que arriba. Imagínate a un Dios perfecto que permite que surja un demonio. No; eso nunca tuvo sentido.

"La gran falla de la Biblia es el concepto de que Dios es perfecto.

Representa una falta de imaginación por parte de los antiguos eruditos. Y esa falla explica todas las utopías teológicas sobre el bien y el mal con que venimos luchando desde hace siglos. Sin embargo, Dios es bueno, maravillosamente bueno. Sí, Dios es amor, pero ninguna fuerza creativa es perfecta. Eso está claro.

— ¿Y el diablo? ¿Hay algún planteo nuevo sobre él?

Me observó un instante con un dejo de impaciencia.

—Eres tan cínico —susurró.

—No, no lo soy. De verdad quiero saber. Tengo un interés particular en el diablo, por supuesto. Hablo de él con mucho más asiduidad que de Dios.

No entiendo por qué los mortales lo aman tanto; es decir, por qué les encanta la idea de que exista. Es así.

—Porque no creen en él. Porque la idea de un diablo totalmente maligno tiene menos sentido aún que la de un Dios perfecto. No se puede creer que durante todo este tiempo el diablo no haya aprendido nada, que todavía quiera seguir siendo diablo. Semejante idea es un agravio a nuestro intelecto.

—Entonces, ¿cuál es la verdad que ves tras la mentira?

—Que él no es totalmente irredimible. Es tan sólo una parte del plan de Dios, un espíritu con permiso para tentar y poner a prueba a los humanos. El diablo está en contra de los humanos, del experimento en su totalidad. Precisamente ése fue el carácter de la Caída, como lo veo yo.

Nunca pensó que la idea fuera a dar resultado. ¡Pero la clave, Lestat, es comprender que Dios es materia! Dios es un ser físico, es el amo de la división celular, y el diablo no quiere permitir una desenfrenada división de las células.

Hizo otra de sus pausas enloquecedoras, volvió a abrir los ojos con expresión de asombro y continuó:

—Tengo otra teoría respecto del demonio.

—Dime.

—Que existe más de uno. Y a ninguno le gusta mucho el trabajo. —Eso lo dijo casi en un murmullo. Estaba abstraído, como si quisiera agregar algo más, pero no lo hizo.

Yo reaccioné con una risa franca.

—Eso sí lo entiendo —dije—. ¿A quién puede gustarle el trabajo de diablo?

Y pensar que uno nunca va a poder ganar, sobre todo teniendo en cuenta que el diablo empezó siendo un ángel; y muy inteligente, según dicen.

—Exacto. —Me señaló con un dedo. —En cuanto a tu teoría sobre Rembrandt, te digo que, si el diablo tuviera cerebro, debería haber advertido el genio de Rembrandt.

—Y la bondad de Fausto.

—Ah, sí; me viste leyendo el "Fausto" en Amsterdam, ¿no? Y en consecuencia te compraste un ejemplar.

— ¿Cómo lo sabes?

—Me lo contó al día siguiente el dueño de la librería. Dijo que, segundos después de marcharme yo, entró un francés joven, rubio de aspecto extraño, compró el mismísimo libro y se quedó media hora leyéndolo en la calle, sin moverse. Tenía la piel más blanca que jamás hubiese visto. No podía ser otro que tú, por supuesto.

Sacudí la cabeza y sonreí.

—Suelo cometer esas torpezas. Me llama la atención que algún científico no me haya cazado aún con una red.

—Esto no es chiste, amigo mío. Noches atrás fuiste muy negligente en Miami. Dejaste a dos víctimas sin una gota de sangre.

Sus palabras me llenaron de perplejidad y al principio no supe qué decir; después, sólo comenté mi asombro de que la noticia hubiese cruzado hasta este lado del océano y me sumí en la desesperanza.

—Los asesinatos raros llegan a los titulares internacionales. Además, la Talamasca recibe informes de todo tipo de cosas. Tenemos gente que, desde el mundo entero, nos manda recortes sobre cualquier aspecto de lo paranormal. "Asesino vampiro ataca dos veces en Miami". Varias personas nos lo enviaron.

—Pero realmente no creen que haya sido un vampiro; tú sabes que no lo creen.

—No; pero si insistes con lo mismo, van a terminar creyéndolo. Eso era lo que pretendías antes de iniciar tu breve carrera de cantan te de rock.

Querías hacerles entender. No es algo impensable. ¡Y esa predilección que demuestras por los asesinos múltiples! Estás dejando una pista demasiado clara.

Sinceramente, me sorprendió. Para dar caza a los asesinos tuve que ir y venir por los continentes. Nunca pensé que nadie —salvo Marius, desde luego— fuera a relacionar esas muertes tan separadas unas de otras.

— ¿Cómo fue que lo dedujiste?

—Ya te dije que esas historias llegan a nuestras manos. Todo lo que tenga que ver con el satanismo, el vampirismo, el vudú, los lobizones todo viene a parar a mi escritorio. Gran parte de ese material termina en el cesto de papeles, por supuesto, pero yo me doy cuenta cuando algo es verdad. Y tus homicidios son fáciles de detectar.

"Ya hace un tiempo que te dedicas a perseguir asesinos múltiples. No ocultas los cadáveres. El último lo dejaste en un hotel, donde alguien lo encontró apenas una hora después. En cuanto a la anciana, ¡fuiste muy descuidado! El hijo la halló al día siguiente. El forense no encontró heridas en ninguna de las dos víctimas. Eres una celebridad anónima en Miami, que eclipsa hasta la mala fama del pobre muerto del hotel.

—No me importa una mierda —reaccioné. Pero vaya si me importaba.

Pese a que deploraba mi propia negligencia, no hacía nada para corregirla.

Bueno, tenía que proponerme cambiar. Esa misma noche, por ejemplo, ¿había obrado mejor? Me pareció cobarde buscar excusas para justificar ese tipo de cosas.

David me observaba atentamente. Si había algo que lo distinguía, era su característica de estar alerta.

—No me llamaría la atención —dijo— que te apresaran.

Solté una risa despectiva, como descartando esa posibilidad.

—Podrían encerrarte en un laboratorio, estudiar te en una jaula de cristal.

—Imposible. Pero qué idea interesante.

— ¡Tenía razón yo! Querías que pasara eso.

Me encogí de hombros.

—Podría ser divertido por poco tiempo. Pero te aseguro que es absolutamente imposible. La noche de mi única aparición como cantante de rock sucedieron muchas cosas insólitas. Cuando terminó todo, el mundo mortal se limitó a pasar la escoba y no se volvió a hablar más del asunto. En cuanto a la mujer de Miami, fue un percance terrible. Jamás tendría que haber sucedido... —Me interrumpí. ¿Y los que habían muerto esa misma noche en Londres?

—Pero disfrutas matando. Dijiste que era divertido.

Sentí un dolor tan grande que me dieron ganas de huir. Pero como había prometido no irme, me quedé mirando el fuego, pensando en el desierto de Gobi, en los huesos de enormes saurios, en cómo la luz había llenado el mundo entero. Pensé en Claudia. Sentí el olor del pabilo de la lámpara.

—Lo siento. No quiero ser cruel contigo —dijo.

—Bueno, ¿por qué diablos no? No se me ocurre una forma más fina de crueldad. Aparte, yo no soy siempre amable contigo.

— ¿Qué es lo que quieres realmente? ¿Cuál es tu mayor pasión?

Pensé en Marius y en Louis, que muchas veces me habían hecho la misma pregunta.

— ¿Cómo puedo expiar el acto que cometí? Mi intención era terminar con el asesino. Ese hombre era un tigre antropófago, hermano. Lo aceché. En cambio la anciana... era una niña en el desierto, nada más. Pero, ¿qué importa? —Pensé en los pobres a los que había dado muerte un rato antes, esa misma noche. ¡Semejante carnicería como dejé en los callejones de Londres! —Me gustaría poder recordar que no importa. A ella quise salvarla. Pero, ¿qué tiene de bueno un acto de compasión frente a todo lo que he hecho? Si existe un Dios o un diablo, estoy condenado. ¿Por qué no continúas con tu charla religiosa? Lo raro del caso es que hablar de Dios y el diablo me seda. Cuéntame más sobre el diablo. Es inconstante, ¿no? E inteligente. Debe ser capaz de sentir. ¿Por qué habría de permanecer estático?

—Exacto. Ya sabes lo que dice el Libro de Job.

—Recuérdamelo.

—Bueno, Satanás está en el cielo con Dios. Dios le pregunta: "¿Dónde anduviste?". Y él le responde: "¡Paseando por la tierra!". Se trata de una conversación habitual. Entonces empiezan a discutir sobre Job. Satanás cree que la bondad de Job se basa enteramente en su buena suerte. Y Dios accede a que Satanás atormente a Job. Esta es la imagen más próxima a la verdad que poseemos. Dios no lo sabe todo. El diablo es íntimo amigo suyo. Y toda esta cosa es un experimento. Pero ese Satanás no tiene nada que ver con el diablo tal como lo conocemos ahora en cualquier parte del

mundo.

—Hablas de esas ideas como si fueran seres reales...

—Creo que son reales —sostuvo, y su voz se fue apagando a medida que iba sumiéndose en sus pensamientos. Luego se despabiló. —Quiero contarte una cosa. En realidad, tendría que habértela confesado antes. En cierto sentido, soy supersticioso y religioso como cualquiera. Porque todo esto se asienta en una especie de visión... tú sabes, ese tipo de

Revelaciones que afectan a nuestro intelecto.

—No, no sé. Yo tengo sueños sin revelación. Explícame, por favor.

Con la mirada fija en el fuego, se entregó de nuevo a sus cavilaciones.

—No me excluyas —le pedí en tono quedo.

—Hmmm. Tienes razón. Estaba pensando en cómo relatarlo. Bueno, tú sabes que sigo siendo sacerdote del candomblé. Es decir, puedo convocar a fuerzas invisibles: espíritus fastidiosos o como uno quiera llamarlos..., fantasmas, fenómenos psikinésicos. Eso significa que seguramente tuve siempre una capacidad latente para ver a los espíritus.

—Me imagino que sí.

—Bueno, en una oportunidad vi algo... inexplicable, antes de haber ido nunca a Brasil.

— ¿Ah, sí?

—Antes de Brasil, yo prácticamente no le había dado importancia. De hecho, me resultaba tan inquietante, tan inexplicable, que para la época en que viajé a Río había logrado borrarlo de mi mente. Ahora, sin embargo, pienso todo el tiempo en ello. No me lo puedo sacar de la cabeza. Por eso es que volví a la Biblia, para ver si allí encuentro la respuesta.

—Cuéntame.

—Ocurrió antes de la guerra, en París, a donde había ido con mi madre.

Estaba sentado en un café sobre la orilla izquierda del Sena. No sé qué café era; sólo recuerdo que era un hermoso día primaveral, una época magnífica para estar en París, como dicen todas las canciones. Estaba bebiendo una cerveza, leyendo los diarios ingleses, cuando de pronto me di cuenta de que, sin querer, oía una conversación. —Una vez más quedó absorto. —Ojalá supiera lo que pasó —confesó en un murmullo.

Se inclinó hacia adelante, tomó el atizador y se. puso a revolver los leños, con lo cual se elevaron chispas ardientes por los ladrillos oscuros.

Me dieron unas ganas intensas de sacudirlo, pero preferí esperar, hasta que por fin prosiguió.

—Como te dije, estaba en un café.

—Sí.

—Y empecé a escuchar una conversación... que no era en inglés ni en francés... hasta que poco a poco tomé conciencia de que no era en ningún idioma, y sin embargo la entendía perfectamente. Dejé el diario y me concentré. Era una especie de discusión. De repente ya no sabía si las voces eran audibles en un sentido convencional. ¡No estaba seguro de que nadie más pudiera oírlas! Levanté la mirada y, sin apresurarme, giré en redondo.

"Y ahí estaban... dos seres sentados a una mesa, conversando; por un momento me pareció algo normal: simplemente dos hombres charlando.

Volví a mirar el diario y me invadió una sensación de estar nadando. Tuve que anclarme a algo, concentrarme un instante en el diario, en la mesa, para que cesara ese nadar. Entonces regresó el ruido del café como si fuera una orquesta entera. Pero sabía que lo que acababa de ver eran dos seres que no eran huma nos.

"Me di vuelta de nuevo y me esforcé por prestar atención, por captar lo más posible. Ellos seguían en su lugar y yo comprendí que eran ilusorios.

Evidentemente no eran del mismo paño que todo lo demás. ¿Comprendes lo que te digo? Puedo desglosártelo por partes. No estaban iluminados por la misma luz, por ejemplo. Existían en un reino donde la luz provenía de otra fuente.

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