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Authors: Julian Barnes

Tags: #Humor, Referencia, Relato

El loro de Flaubert (4 page)

BOOK: El loro de Flaubert
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Primer y tremendo ataque de epilepsia. Luego sufrirá otros. «Cada ataque —escribe posteriormente Gustave— era como una hemorragia de la innervación… Era atroz, como si me arrancasen el alma del cuerpo.»

Le sangran, le dan pastillas e infusiones, le ponen a régimen, le prohiben el alcohol y el tabaco; para que no tenga que reclamar su fosa en el cementerio hace falta que viva estrictamente confinado y rodeado por los cuidados maternales. Antes de haber entrado en el mundo, Gustave se retira de él. «¿Así que te tienen vigilado como a una jovencita?», se burla más tarde Louise Colet, acertando de lleno. Durante el resto de su vida, con la excepción de los últimos ocho años, Mme. Flaubert vigilará de forma asfixiante a su hijo, y censurará su idea de viajar. Poco a poco, transcurridos los decenios, la fragilidad de la madre se acentuará más que la de Gustave: para cuando él deja prácticamente de constituir una preocupación para ella, ella se ha convertido en una carga para él.

1846

Muerte del padre de Gustave, seguida rápidamente por la de su querida hermana Caroline (a los veintiún años de edad), que le convierte, sin que él lo haya querido, en padre de su sobrina. A todo lo largo de su vida se ve constantemente golpeado por la muerte de sus íntimos. Y los amigos mueren también de otras maneras: el mes de junio, se casa Alfred le Poittevin. Para Gustave, ésta es la tercera aflicción mortal del año:

«Lo que haces es anormal», se queja. Y a Maxime du Camp le escribe ese mismo año: «Las lágrimas son para el corazón lo que el agua para los peces.» ¿Supone un consuelo que, ese mismo año, conozca a Louise Colet? La pedantería y la obstinación armonizan muy mal con la inmoderación y la posesividad. Seis días solamente después de que ella se convierta en su amante, ya quedan fijadas las pautas de sus relaciones:

«¡Contén tus lágrimas! – se queja él—. Son una tortura para mí. ¿Qué quieres que haga? ¿Que lo deje todo y me vaya a vivir a París? Imposible.» Esta relación imposible se mantendrá sin embargo durante ocho años; Louise es pasmosamente incapaz de comprender que Gustave puede amarla aun sin sentir deseos de verla. «Si yo fuese una mujer —escribe él al cabo de seis años— no me querría a mí como amante. Como un antojo, sí; pero una relación íntima, no.»

1848

Muerte de Alfred le Poittevin, a los treinta y dos años.

Quince años más tarde: «Creo que jamás he amado a nadie —hombre o mujer— como a él.» Veinticinco años más tarde: «No pasa un solo día que no piense en él.»

1849

Gustave lee su primera obra larga de adulto,
La Tentation de saint Antoine
, a sus dos amigos más íntimos, Bouilhet y Du Camp. La lectura dura cuatro días, a razón de ocho horas diarias. Tras consultarse mutua y embarazosamente, los oyentes le dicen que la arroje a las llamas.

1850

En Egipto, Gustave contrae la sífilis. Se le cae casi todo el pelo; engorda. Mme. Flaubert, que va a buscarle a Roma, casi no reconoce a su hijo, y comprueba que se ha convertido en un hombre grosero. Aquí comienza la mediana edad. «En cuanto nacemos, empezamos a pudrirnos.» Con el paso de los años se le irán cayendo todos los dientes menos uno; la saliva le quedará permanentemente ennegrecida por el tratamiento a base de mercurio.

1851–5.7

Madame Bovary
. Su composición resulta dolorosa —«Al escribir este libro soy como una persona que tocase el piano con unas bolas de plomo atadas a cada falange»— y el proceso aterrador. Flaubert acaba fastidiado por la insistente fama de su obra maestra, que hace que otros le vean como al autor de un solo libro.

Le dice a Du Camp que si algún día tuviese un golpe de suerte en la Bourse compraría «a cualquier precio» todos los ejemplares en circulación de
Madame Bovary
: «Los arrojaría a las llamas, y jamás tendría que volver a oír de ellos.»

1862

Elisa Schlesinger es internada en un manicomio; le diagnostican una «melancolía aguda». Tras la publicación de
Salammbô
, Flaubert empieza a tener amistades muy acomodadas. Pero en las cuestiones de dinero sigue comportándose como un niño: su madre tiene que vender algunas propiedades para pagar sus deudas. En 1867 entrega secretamente el control de sus asuntos económicos al esposo de su sobrina, Ernest Commanville. Durante los siguientes trece años, debido a sus extravagancias, a una administración incompetente y a la mala suerte, Flaubert pierde todo su dinero.

1869

Muerte de Louis Bouilhet, a quien Gustave llamó una vez «el agua de seltz que me permitía digerir la vida».

«Al perder a Bouilhet, he perdido a mi comadrona, a la persona que entendía mis pensamientos mejor que yo mismo.» Muerte también de Sainte-B.euve. «¡Otro más que se va! ¡La pandilla se va reduciendo! ¿Con quién se puede hablar ahora de literatura?» Publicación de
L'Education sentimentale
; fracaso crítico y de ventas. De los ciento cincuenta ejemplares de favor remitidos a los amigos y conocidos, apenas si recibe acuses de recibo de unos treinta.

1870

Muerte de Jules de Goncourt: sólo quedan tres de los siete amigos que comenzaron las cenas de Magny en 1862. Durante la guerra franco-p.rusiana, el enemigo ocupa Croisset. Avergonzado de su nacionalidad francesa, Flaubert deja de llevar la Légion d'honneur, decide preguntarle a Turgenev qué tiene que hacer para adquirir la nacionalidad rusa.

1872

Muerte de Mme. Flaubert. «Hace quince días que me he dado cuenta de que mi mamá, esa pobre y buena mujer, era el ser que más he querido. Es como si me hubiesen arrancado parte de mis entrañas.» Muerte también de Gautier: «Con él desaparece el último de mis amigos íntimos. La lista queda cerrada.»

1874

Flaubert debuta en el teatro con
Le Candidat
. Es un fracaso absoluto; los actores abandonan el escenario con lágrimas en los ojos. La obra queda retirada del cartel al cabo de cuatro representaciones. Publicación de
La Tentation de saint Antoine
. «Me han vapuleado todos, desde
Le Figaro
hasta la
Revue des deux mondes
… Lo que me sorprende es que debajo de esas críticas se note un odio contra mí, contra mi persona, un prejuicio denigrador… Esta avalancha de majaderías me entristece.»

1875

La ruina económica de Ernest Cornmanville arrastra también a Flaubert. Vende su granja de Deauville; tiene que rogarle a su sobrina que no le eche de Croisset.

Ella y Commanville le ponen el mote de «el consumidor». En 1879 se ve reducido a aceptar una pensión estatal que le consiguen los amigos.

1876

Muerte de Louise Colet. Muerte de George Sand. «Mi corazón está convirtiéndose en una necrópolis.» Los últimos años de Gustave son áridos y solitarios. Le dice a su sobrina que lamenta no haberse casado.

1880

Empobrecido, solitario y agotado, muere Gustave Flaubert. En su nota necrológica, Zola comenta que cuatro quintas partes de Rouen no le conocían, y que la otra quinta parte le detestaba. Deja sin terminar
Bouvard et Pécuchet
. Dicen algunos que le mató el trabajo de la novela; Turgenev le dijo, antes de que la comenzara, que sería mejor darle forma de relato corto. Después del funeral, un grupo de acompañantes del féretro, entre los que se encuentran Coppée y Théodore de Banville, celebran en Rouen una cena de homenaje al escritor fallecido. Al sentarse a la mesa, descubren que son trece. Banville, muy supersticioso, se empeña en que busquen otro comensal, y envían a Émile Bergerat, yerno de Gautier, a rondar por la calle. Después de que varias personas se nieguen a aceptar su ofrecimiento, regresa con un soldado de permiso. El soldado no ha oído hablar nunca de Flaubert, pero arde en deseos de conocer a Coppée.

III

1842

Mis libros y yo en el mismo apartamento, como un pepinillo en vinagre.

1846

Tuve, de muy joven, un presentimiento completo de la vida. Era como el nauseabundo hedor que se escapa de una cocina por un tragaluz. No hace falta haber probado la comida para saber que te daría ganas de vomitar.

1846

He hecho contigo lo mismo que he hecho en otras épocas con aquellos a quienes más amaba: les enseñaba el fondo del saco, y el acre polvo que salía de allí les asfixiaba.

1846

Mi vida está clavada a otra [Mme. Flaubert] y esto seguirá siendo así mientras dure esa otra vida. Alga marina agitada por el viento, sólo me sostiene a la roca un único hilo firme. Si se rompiera, ¿a dónde sería arrastrada esa pobre planta inútil?

1846

Quieres podar el árbol. Sus ramas hirsutas pero rebosantes de hojas se estiran en todas direcciones en busca del aire y del sol. Pero tú quieres convertirme en una encantadora espaldera extendida sobre la pared, que dé unos frutos magníficos que hasta un niño podría coger sin necesidad de una escalera.

1846

No creas pues que pertenezco a esa vulgar raza de hombres que sienten repugnancia después del placer, y para los que el amor sólo existe en virtud de la lujuria. No: en mí, lo que se alza no vuelve a abatirse con la misma rapidez. Si el musgo empieza a crecer por los edificios de mi corazón tan pronto como han sido construidos, también hace falta mucho tiempo para que caigan en ruinas, en caso de que lleguen realmente a caerse.

1846

Soy como los cigarros: para encenderme hay que chupar fuerte.

1846

Hay entre los marinos aquellos que descubren nuevos mundos, que añaden tierras a la tierra y estrellas a las estrellas: estos son los maestros, los excelsos, los eternamente espléndidos. Luego están los que vomitan el terror desde las partes de sus navíos, los que capturan, enriquecen y engordan. Algunos zarpan en pos del oro y la seda bajo otros cielos, otros sólo pretenden atrapar en sus redes salmones para los gourmets y bacalao para los pobres. Yo soy el oscuro y paciente pescador de perlas que se zambulle hasta las profundidades y emerge con las manos vacías y la cara azul. Cierta atracción fatal me conduce hacia los abismos del pensamiento, hasta el fondo de unas simas interiores que, para los fuertes, jamás se agotan. Me pasaré la vida mirando el océano del arte en el que otros navegan o combaten, y a veces me divertiré yendo a buscar al fondo del mar conchas verdes o amarillas que los demás desprecian. De modo que las guardaré para mí y cubriré con ellas las paredes de mi choza.

1846

No soy más que un lagarto literario que se calienta el día entero al gran sol de la belleza. Sólo eso.

1846

Hay en el fondo de mi ser un aburrimiento radical, íntimo, e incesante que no me permite disfrutar de nada y que me llena el alma a reventar. Aparece con cualquier excusa, como la hinchada carroña de los perros ahogados vuelve a salir a la superficie por mucho que les hayas atado una piedra al cuello.

1847

Las personas son como la comida. Hay montones de burgueses que para mí son como carne hervida: mucho vapor, nada de jugo, insípidos. Te llena en seguida, y suele gustarles a los patanes. Otros son como carne blanca, pescado de río, delgadas anguilas que viven en el fango, ostras más o menos saladas, cabezas de ternera y azucaradas papillas. Yo soy como los macarrones con queso, que se ahílan y hieden; para gustar de ellos hay que haberlos probado muchas veces.

A la larga te acostumbras, pero antes tienes que haber aguantado que se te suba muchas veces el estómago a la boca.

1847

Hay personas que tienen el corazón blando y el alma dura. Yo, por el contrario, tengo el alma blanda y el corazón áspero. Soy como un coco, que guarda su leche encerrada bajo varias capas leñosas. Para abrirlo hace falta un hacha, ¿y qué es lo que te encuentras a menudo? Una especie de leche pasada.

1847

Esperabas encontrar en mí un fuego que ardiese, que llamease, que iluminase, que proyectara alegres claridades, que hiciera secar la humedad de los revestimientos, que saneara el aire y volviese a dar vida. Pero, ay, no soy más que una pobre lámpara nocturna cuya roja mecha centellea en un mal aceite lleno de polvo.

1851

Mi amistad es como los camellos. En cuanto se pone en marcha ya no hay modo de detenerla.

1852

A medida que envejecemos, el corazón se nos va desnudando, como los árboles. No hay nada capaz de resistir ciertas ráfagas de viento. Cada nuevo día nos arranca algunas hojas, y eso sin contar con las tormentas que rompen de una sola vez varias ramas. Pero así como el verdor de la naturaleza renace en primavera, el nuestro se va para siempre.

1852

La vida es una cosa horrible, ¿no crees? Es como una sopa en la que flotan muchos pelos, y que no hay más remedio que comerse.

1852

Yo me río de todo, incluso de lo que más amo. No hay cosas, hechos, sentimientos ni personas sobre los que no haya pasado mi bufonería, como un rodillo de hierro para sacarle lustre a la ropa.

1852

Amo mi trabajo con un amor frenético y perverso, como ama el asceta el cilicio que le araña el vientre.

1852

Todos los normandos tenemos un poco de sidra en las venas; es una bebida agria y fermentada, que a veces hace saltar el tapón.

1853

En cuanto al asunto de mi instalación inmediata en París, hay que aplazarla, o mejor aun resolverla de inmediato. Me resulta imposible en este momento… Me conozco muy bien, y significaría perder todo un invierno, y quizá todo el libro. Bouilhet puede decir lo que quiera, porque tiene la suerte de escribir en cualquier parte, y porque desde hace doce años ha seguido trabajando a pesar de estar siendo importunado constantemente… Yo soy como una hilera de cuencos de leche: para que se forme la crema hay que dejarlos inmóviles.

¿Sabes que tu facilidad me deslumbra? ¡En diez días habrás escrito seis cuentos! No lo entiendo… Yo soy como uno de esos acueductos antiguos. Hay tantos detritus en los bordes de mi pensamiento que éste circula lentamente, y sólo cae de mi pluma de gota en gota.

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